Los analistas políticos bisoños que daban por casi un hecho que el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, iba a ser despedido una vez que pasaran las elecciones -después de su “magistral actuación” donde suspendió la prueba de evaluación a los maestros-, se han quedado perplejos por la reaparición del funcionario para anunciar que todo sigue conforme a lo establecido por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa, le guste o no a la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación. Más perplejos se quedaron aquellos cuando escucharon al presidente Enrique Peña Nieto decir que la reforma educativa sigue su rumbo, lo que significa para algunos el clásico espaldarazo a su secretario de Educación.

 

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Un día después de que la SEP informó que “con motivo de nuevos elementos a considerar”, quedaban suspendidas in-de-fi-ni-da-men-te las fechas previstas para el proceso de evaluación para el ingreso, promoción y permanencia de maestros de educación básica y media superior “por motivos políticos”, en distintas dependencias de gobierno circuló la versión de que ahora si a Chuayfett le iban a” tocar las golondrinas”. Incluso, los mismos rumorólogos soltaban nombres para sustituirlo: que si Manlio Fabio Beltrones, que si Aurelio Nuño, que si… A estas versiones, los observadores políticos objetivos respondieron que en todo caso no sería de inmediato, debido a algunas circunstancias que podrían retrasar esa decisión presidencial:

 

  • La supuesta salida inminente del impresentable secretario de Educación Pública sería para Enrique Peña Nieto la confirmación de que se dio por vencido frente a la CNTE, que ya consiguió, entre otras cosas, la suspensión de las evaluaciones magisteriales y una buena cantidad de millones de pesos producto de sus chantajes a la autoridad.

 

  • En el caso de que el Presidente de la República así lo decidiera, a Chuayffet lo tendría sin cuidado una renuncia más en su largo y poco honroso historial como funcionario público. Hay que recordar que en 1982 fue electo presidente municipal de Toluca, cargo al que renunció, y en ese mismo año fue designado secretario de Educación, Cultura y Bienestar Social del gobierno del Estado de México hasta 1987.

 

En 1989 fue designado procurador General del Consumidor, cargo al que renunció, y un año después asumió como primer director general del recién fundado Instituto Federal Electoral. De 1993 a 1995 fue gobernador del Estado de México, cargo al que renunció para asumir la titularidad en la Secretaría de Gobernación, cargo al que renunció en 1998.

 

  • Si Emilio Chuayffet conserva la costumbre de las renuncias -unas voluntarias y otras forzadas-, Enrique Peña Nieto tiene varias cartas disponibles en su baraja de posibles sucesores, pero a cualquiera de ellos que se sacara la rifa de ese tigre el Presidente le propinaría un duro golpe político, porque, tal como están las cosas con la CNTE, no parece haber nadie que pueda sacar al buey de la barranca.

 

  • En caso de que el sucesor de Chuayffet fuera Manlio Fabio Beltrones, como afirman los futurólogos, le haría un gran favor a Peña Nieto, pero él, Beltrones, estaría firmando su propia sentencia de muerte política, porque ni las habilidades, ni el retorcido colmillo del todavía diputado federal serían suficientes para resolver el diabólico enredo que ha perpetrado el jefe del Ejecutivo federal consintiendo y apapachando a la guerrilla urbana y rural enmascarada con el disfraz de profesores contestatarios.

 

Así que…

 

Otros observadores, que no se han quedado perplejos por los dichos y los hechos del secretario Chuayffet, insisten en señalar que digan lo que digan las evaluaciones a los maestros -que forman parte de la apresurada y errónea reforma constitucional educativa que aprobaron los nefastos pactistas- serán “ajustadas”, “revisadas”, “adecuadas” o cualquier otro nombrecito, porque así como están diseñadas esas multimencionadas evaluaciones no las van a poder aplicar nunca…