De acuerdo con un estudio del Banco Mundial, los largos periodos de cesantía conllevan a una disminución de los ingresos y, por tanto, produce cambios importantes en el estilo de vida.
La adicción al cigarro y el sobrepeso pueden ser consecuencia del desempleo. En América Latina 15 millones de personas sin trabajo estarían en riesgos de salud, según el organismo internacional.
Cuando se está desempleado, los cambios en el estilo de vida pueden ir de una dieta menos variada, reducción de la actividad física, la postergación de visitas al médico o en la compra de medicamentos, hasta posibles síntomas de depresión y ansiedad.
Este estrés muchos de los desempleados lo canalizarían a través del cigarro, o en una mayor ingesta de alcohol o dormir mal. A esto se le suma la incertidumbre de no saber cuánto tiempo durará esa situación.
Desempleo en Latinoamérica
Los expertos coinciden en que la región ha entrado a una etapa de crecimiento bajo y muchos de los avances cosechados en los sectores, como el de la salud, pueden verse amenazados por este periodo de desaceleración.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajado (OIT), en la región hay casi 15 millones de personas desempleadas, pero la situación de los países en heterogénea, y la desaceleración económica no impacta a todos por igual.
Si bien el desempleo no ha subido sustancialmente, sí se ha notado una reducción fuerte en la generación de nuevos puestos de trabajo, lo que limita las posibilidades de empleabilidad entre los más jóvenes.
Se estima que en América Latina, el 40% de los desocupados son jóvenes y que la tasa de desempleo de las mujeres es 30% más alta.
Un estudio del Banco Mundial, de próxima publicación, sugiere que la bonanza de los últimos años no contribuyó realmente a crear más puestos de trabajo para el 40% de la población más pobre.
Estudios buscan establecer consecuencias del desempleo
Diversos estudios alrededor del mundo han buscado establecer las consecuencias que tienen los largos periodos de desempleo en la salud de quienes lo padecen.
“Quienes están desempleados por un largo tiempo tienden a ganar menos una vez que encuentran nuevos puestos de trabajo. Ellos están en peor estado de salud y sus hijos tienen un peor rendimiento académico que quienes no perdieron el empleo” asevera el estudio Consecuencias del desempleo a largo plazo del Urban Institute, que refleja el impacto de la crisis del 2008 en la salud de los estadunidenses.
Por su parte, Patricio Márquez, especialista principal en salud del Banco Mundial, indicó que “aunque los impuestos y los programas de transferencias sociales pueden ayudar a atenuar las consecuencias del desempleo de larga duración, un descenso en el ingreso familiar debido a la cesantía reduce directamente la cantidad y la calidad de los bienes y servicios que la familia del trabajador puede comprar, y también agrava el estrés.”
En tanto, un estudio longitudinal publicado por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) que siguió a las mismas personas durante dos recesiones en Estados Unidos, concluyó que aun cuando el desempleo está débilmente relacionado con el aumento de peso, sí puede tener efectos nocivos para la salud ya que se disminuye el gasto físico total cuando se trata de trabajos de intensa actividad física (como la construcción) y se realizan más actividades sedentarias como mirar televisión o navegar por internet.
Asimismo, descubrió que los desempleados posterguen las visitas médicas de rutina o la compra de medicamentos debido a limitaciones financieras o porque han perdido el seguro médico.
Encienden alarmas
A pesar de que a nivel global y regional la evidencia sobre la relación entre un empeoramiento de la salud y el desempleo es escasa, los expertos están empezando a prender las alarmas.
“Necesitamos entender de manera más clara los mecanismos que subyacen a la pérdida del empleo y cómo el desempleo afecta los comportamientos y las condiciones de salud, tanto durante como después de las crisis económicas y en periodos prolongados de cesantía”, explica Márquez.
Indicó que este tipo de conocimiento es esencial para desarrollar políticas basadas en la evidencia y programas para atenuar las consecuencias de la pérdida del empleo.
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