Grecia se ha vuelto un dolor de cabeza para el mundo entero. A pesar de representar sólo poco más de 2.0% respecto al valor de actividad económica de la eurozona, la incertidumbre sobre un efecto de la salida de la zona inquieta a la economía global. ¿Qué sucedería a Grecia por sí misma si esto ocurriera?, ¿qué les sucedería a los países integrantes de la zona euro en caso de que Grecia decida “no pagar” la deuda?, ¿qué efectos pudieran presentarse en otros países como España, Italia y hasta un Francia en donde la posición de izquierda tiene cada vez más representación dentro del ámbito económico o con el Banco Central Europeo (BCE), que tiene también una posición importante de bonos griegos y que hoy todavía tiene que seguir dando línea al sistema bancario de Grecia?.

 

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¿Por qué se vuelve un dolor de cabeza mundial? Porque para bien o para mal hoy existe una economía global donde los flujos de todo tipo de fondos y manejadores de portafolios no tienen nacionalidad y se mueven buscando rendimientos. Esto significa que pueden estar en Estados Unidos, Brasil, México por mencionar algunos países, pero también en Europa, Asia o África, y que serán las oportunidades que brinde cada mercado, cada economía y sus perspectivas las que estos flujos busquen un resguardo o una salida.

 

La semana pasada por ejemplo, estuvo inmersa la volatilidad en los mercados, especialmente en Europa por este tema griego. El miércoles pasado se vislumbraba un pronto acuerdo que podría llevarlo a evitar un “default” en su pago por servicio de deuda a Grecia y el viernes pasado nos enteramos que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se retiraba de la mesa de negociaciones ante la falta de avances y una posición lejana del gobierno griego.

 

Grecia presiona porque está confiada en que no saldrá de la zona del euro. Así lo han demostrado diferentes encuestas entre la sociedad. El “Grexit” (salida griega de la eurozona) sería un golpe muy importante para la credibilidad de la zona. Pero las autoridades monetarias de la región difícilmente cederán más a Grecia, dado que otros países que han aplicado fuertes medidas de austeridad pudieran, y con derecho, exigir un trato más laxo como lo que está pidiendo Atenas. Alemania, siempre orientado al orden de una economía “sana”, se empieza a hartar del tema y no quieren ceder un ápice a las pretensiones griegas.

 

Grecia en lo interno.

 

El gobierno de Tsipras es una izquierda en coalición, con un partido de extrema derecha y antieuropeo que no votará a favor de ceder a las reformas euro integradoras. Lo paradójico es que al interior del partido Siryza hay grupos radicales de izquierda que consideran que ceder a las condiciones de autoridades es un retroceso importante. Izquierdas y derechas no cederán aunque sea por situaciones distintas. El problema es que después de más de cinco años en contracción, la economía apenas empieza a dar vida en “su crecimiento económico”, pero tiene un alto nivel de desempleo del orden de 26.6%, un sistema de pensiones “crítico” y una carga muy alta de deuda.

 

La incertidumbre es total y cualquier escenario es posible:

 

 

Un primer escenario es que Grecia no acepte las condiciones europeas y no se alcance ningún acuerdo, no se concederán rescates y el default será inminente. Atenas entonces reaccionará aplicando controles de capitales para evitar mayores fugas de capitales y se convocarán a nuevas elecciones.

 

El segundo escenario, y tal vez el más factible de todos, es que se le otorgue a Atenas una extensión del actual programa de rescate. En esta situación sólo se ganaría tiempo, pero el desgaste sería mucho para todos y los mercados y divisas pudieran resentir este efecto aumentando la “volatilidad” a pesar de un verano caracterizado por menor operatividad.

 

Un tercer escenario sería que Atenas finalmente conceda las reformas que exige la Troika. Grecia recibe apoyo y no sale de la zona del euro. Se aplicaría mayor austeridad a la economía pero internamente el gobierno entraría en una fase de “menor credibilidad”, estallidos de huelgas y manifestaciones y no sería descartable un anuncio a futuro para convocar nuevas elecciones que volvería a procesos de incertidumbre.

 

Confiamos en acuerdo

 

Grecia tiene una larga historia de acuerdos de último minuto. Pero esto sólo provocará que las cosas tengan que acelerarse. El costo de toda esta incertidumbre por la falta de acuerdos terminará pasando factura al gobierno heleno: los siete mil 200 millones de euros apenas serán suficientes para tapar “huecos”; los objetivos marcados antes de todo este proceso serán más difíciles de alcanzar; necesitarán dinero adicional porque las condiciones actuales son menos favorables que las de hace dos meses; el nivel de deuda se volverá insostenible y finalmente; con este antecedente, difícilmente la Troika podrá conceder un tercer rescate. Y sin embargo, todas estas consecuencias son menos dañinas para la economía helena que si saliera de la zona del euro.

 

30 de junio fecha clave

 

Será la fecha clave para todo este proceso, ese día finaliza el segundo paquete de ayuda, se deberán pagar salarios a burócratas y pensiones, pero además deberá pagar los mil 600 millones de euros al FMI que solicitó hacerlo en semanas pasadas en una sola exhibición cubriendo únicamente los intereses correspondientes en cada vencimiento.

 

¿En qué escenario acabará esta novela?…