No tenemos un futbol que genere cinco talentos de clase mundial al año. Más bien, la producción continúa siendo tan escasa que nos hemos de aferrar a ciertos jugadores que han probado capacidad y longevidad suficientes para mantenerse en el once. Pensemos, por ejemplo, en Francisco Maza Rodríguez al que se quiere jubilar del Tricolor desde tiempo atrás, lo cual no se ha hecho porque, simplemente, su nivel sigue por encima del de cualquier alternativa para la central.
Eso me lleva a pensar en dos elementos únicos en su visión ofensiva y creatividad, características todavía menos habituales en los seleccionables por México: Giovani Dos Santos y Héctor Miguel Herrera, cuya presencia de arranque en el debut en Copa de Oro estaba en duda hasta un día antes (Gio, de plano, no comenzará).
La calendarización de este certamen hace muy complicado que las figuras lleguen bien; terminar una exhaustiva temporada en Europa y ponerse las pilas tras algo más de un mes de inactividad, resulta por demás inadecuado. A eso debe de añadirse el cambio de necesidades propiciado por modificar a línea defensiva de cuatro (eso, precipitado por la lesión de Héctor Moreno más que por la baja exigencia de los primeros rivales en Copa de Oro).
Dicho lo anterior, entiendo que ninguno de los dos (Herrera y Dos Santos) está en genuina plenitud o embona idóneamente en el nuevo planteamiento. No obstante, me cuesta entender que se prescinda de ellos, por no decir que me parece un absurdo.
Cuando el sorteo indicó que los sinodales preliminares del tricolor serían primero Cuba, después Guatemala y como cierre Trinidad y Tobago, los más curiosos intentaron indagar lo que traerían estas selecciones; su juego, sus peligros y debilidades, sus estrellas y promesas.
Lo que pocos sospechaban es que llegaríamos al cotejo debut más preocupados por el Tri mismo, por su momento, por su liderazgo, por su manejo de la presión, por el cambio en el dibujo táctico inherente a su director técnico, por su relación con el entorno, por dos lesiones de elementos medulares, y, como remate, con esos dos pilares cuestionados o postergados en la banca.
Miguel Herrera sabe cuánto se juega en esta Copa Oro. En pocos meses ha pasado de ser visto como el carismático salvador a personaje discutido; su magia, su motivación, su inspiración, que le llevaron a ser buscado por todo tipo de empresas para promocionarse mediante su imagen, le han dado la espalda en las últimas semanas (sintomático o casual, desde el resonado tweet en el que aseveraba que “los verdes sí cumplen”, sus verdes no han ganado).
Tengo claro que Giovani será el primer relevo ofensivo (parecido a lo de Javier Hernández en el Mundial), así como que Héctor Herrera terminará afianzado en esa media cancha.
Este jueves inicia la aventura Copa Oro. Tanto tiempo preguntándonos por el enigma que representaba Cuba, para a la hora buena entender que el verdadero misterio está en casa. Brille mucho o nada contra los caribeños, durante esta primera fase el enigma continuará siendo México.