Hace unos días leía un artículo que hablaba sobre la dificultad que tenemos los seres humanos para cerrar los ciclos y vivir sin tanta carga por aquellas relaciones que ya no nos funcionan y que nos es complicado dejar atrás, y afirmaba el autor que una de las razones para que esto suceda es que, en nuestra cultura occidental, no se enseña a tocar el dolor, atravesarlo y salir de él sin huirle, aceptando que es parte del vivir.

 

Por el contrario, se nos enseña que el valor esté en vivir en el placer, sin dolor, lo que sin duda nos aleja del aprendizaje que el entrar al dolor tiene para ofrecernos. Personalmente concuerdo con esta explicación y forma de ver y entender los porqués de nuestra dificultad de cerrar ciclos.

 

columna miedo

 

Creo que si nos arriesgamos a tocar el dolor, nuestro dolor, cualquiera que éste sea, es más fácil sanarlo, ya que si lo evadimos nos creamos la ilusión de que no existe el dolor en nosotros y esto no es real, porque está guardado en lo profundo, y cuando este llega a surgir porque algo lo desencadena -sin que tengamos idea o seamos conscientes  de ello-, nos abruma y nos rebasa. Por eso preferimos no contactarlo ni acercarnos a él; sin embargo, entre menos lo toquemos menos lo conocemos y así nos es muy difícil sanarlo. Todo esto se puede volver un boomerang que en su momento se proyecta contra nosotros mismos cuando menos lo esperamos.

 

Si aprendemos a acercarnos al dolor, no por masoquistas, sino porque sabemos que es ese el camino de la sanación, aprendemos que al entrar en él también existe una salida, y que por difícil que sea transitar ese camino siempre será más saludable entrar confiando en que la luz de la conciencia nos guiará.

 

Sin embargo, si el miedo a enfrentar nuestro dolor es muy grande, es conveniente y recomendable buscar apoyo de expertos para que nos acompañen en nuestro proceso de sanación y crecimiento. Si nos permitimos dar este paso, podremos experimentar la vida con menos miedo de vivirla con intensidad.

 

No tengamos miedo a sentirnos vivos, conectados, este miedo nos puede limitar mucho y mantenernos en una existencia adormilada, como si fuéramos zombis, sin poder vivir una vida plena llena de oportunidades. La realidad es que el tiempo pasa y la vida se va, es mejor vivirla con intensidad que paralizados por el miedo.

 

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