Miles de inmigrantes lograron pasar barreras de alambre de púas y policías en medio del caos luego de lanzarse en masa a Macedonia desde el otro lado de la frontera con Grecia. Varios migrantes resultaron heridos.
El caos comenzó cuando la policía decidió permitir que un pequeño grupo de migrantes con niños pequeños cruzaran la frontera, pero una multitud atrás de ellos hizo presión hacia la pared policial. Muchas mujeres, entre ellas una embarazada y varios niños cayeron al suelo, aparentemente desmayados por la presión de la multitud.
No hubo reportes inmediatos de la cantidad y el alcance de las lesiones.
La acometida ocurrió luego que miles de migrantes empapados por la lluvia, entre ellos muchas mujeres y niños, habían permanecido atascados en la zona fronteriza entre Grecia y Macedonia, mientras la policía macedonia continuaba bloqueándoles el paso para impedirles seguir su camino hacia el norte de Europa.
El viernes, la policía disparó granadas de aturdimiento y chocó con los migrantes que trataron de trasponer corriendo la frontera y por lo menos 10 personas resultaron heridas. Un día antes el gobierno macedonio declaró el estado de emergencia en la frontera para contener la marejada humana de migrantes que buscan cruzar Macedonia rumbo al norte para entrar en territorio de la Unión Europea.
Durante la noche, la policía solo admitió la entrada de pequeños grupos de familias con niños que caminaron por vías ferroviarias hasta una estación en el pueblo macedonio de Gevgelija, donde la mayoría aborda trenes rumbo a la frontera con Serbia antes de seguir rumbo al norte hasta Hungría, miembro de la UE.
Quienes no pudieron cruzar, pasaron la noche lluviosa y fría al aire libre con pocos alimentos. Se agolparon cerca de un alambrado de púas detrás del cual se alineaban policías macedonios armados de ametralladoras. Algunos de los migrantes elevaron sus bebés en el aire para tratar de persuadir a los guardias que los dejaran pasar.
“Estos hombres son insensibles”, se quejó Yousef, un refugiado sirio que solo dio su primer nombre, mientras sostenía en sus brazos a una niñita. “No les importa nuestra tragedia”.
Un policía dijo a The Associated Press que la policía cumple órdenes del gobierno de impedir el ingreso de los refugiados. “Mientras no recibamos otra orden, la situación aquí seguirá igual”, agregó el policía que se negó a ser identificado por no estar autorizado a informar a la prensa.
Mientras arreciaba la lluvia, algunos migrantes insultaban a los policías. Otros se refugiaron dentro de carpas diminutas o debajo de unos pocos árboles en un terreno lodoso.
Grecia y Macedonia han recibido una ola sin precedente de migrantes este año, en su mayoría de quienes huyen de la guerra en Siria, Afganistán e Irak. Más de 160.000 han llegado hasta ahora a Grecia, muchos de ellos en botes inflables desde las costas turcas, un influjo que ha abrumado a las autoridades griegas y las pequeñas islas del Mar Egeo. Unos 45.000 cruzaron por Macedonia en los dos últimos meses.
Pocos, si acaso, de los migrantes desean permanecer en Grecia, que está sumida en una crisis financiera. La mayoría se dirige a la frontera norte con Macedonia, donde abordan trenes atestados y siguen hacia el norte por Serbia y Hungría ansiosos de llegar a los países más prósperos de la Unión Europea como Alemania, Holanda o Suecia.