RÍO DE JANEIRO. Si la crisis económica más grave en una década, sumada a un enorme escándalo de corrupción en su partido gobernante y a un bajísimo índice de aprobación no fueran problema suficiente para la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ahora tiene que enfrentar a un rival iracundo que controla la posibilidad de iniciarle juicio político.
Eduardo Cunha, el poderoso presidente de la cámara de Brasil, enemigo jurado de Rousseff, fue acusado por la procuraduría general de aceptar millones de dólares en sobornos en el creciente escándalo de corrupción de la petrolera estatal Petrobras.
También es la persona que podría someter a votación el que se adelante un juicio político contra la mandataria en la Cámara de Diputados, algo que los dos tercios de los brasileños quieren que suceda de acuerdo con recientes encuestas.
“Dilma está caminando sobre la cuerda floja sin red de protección“, dijo Eliane Cantanhede, una de las analistas políticas más reconocidos de Brasil que escribe en el diario Estado de S. Paulo y la cadena de televisión Globo. “Nadie sabe lo que Cunha va a hacer, y esta situación es un arma de doble filo para Dilma”.
Cunha, un confeso obstruccionista de importantes reformas económicas y políticas que Rousseff busca aprobar en el Congreso, se debilitó luego que fiscales federales lo acusaran la semana pasada de corrupción, lo que “puede ser bueno para Dilma, ya que está perdiendo el respaldo político que tenía para sacar adelante el juicio político”, dijo Cantanhede.
“Pero como es una figura debilitada, también se convierte en un terrorista suicida de carácter político, porque nadie sabe lo que va a decir los fiscales”, agregó. “Nadie sabe lo que él sabe“.
Hace unos meses, la mayoría de los analistas decían que la amenaza de un juicio político en contra de Rousseff era una remota posibilidad.
Rousseff no ha sido acusada de cometer irregularidades en la investigación de Petrobras, en la que decenas de diputados federales, senadores y otras figuras políticas se encuentran bajo investigación, junto con algunos presidentes de las principales empresas de construcción e ingeniería de Brasil, que se encuentran encarcelados.
Los fiscales argumentan que el monto de los sobornos asciende aproximadamente a dos mil millones de dólares pagados por empresas privadas a cambio de la adjudicación de contratos de construcción durante más de una década que, además, estaban estrafalariamente inflados.
Con una economía en recesión, un aumento en la inflación y el desempleo, Rousseff lleva a cuestas el peor índice de aprobación que cualquier presidente brasilero haya tenido desde que el país volviera a la democracia en 1985.
Auditoría presupuestal y electoral
Además, un alto tribunal federal está investigando si la mandataria usó dinero ilegalmente de bancos estatales para tapar huecos presupuestales en 2014, mientras que un alto tribunal electoral investiga si utilizó parte de los sobornos de Petrobras para financiar su campaña reeleccionista del año pasado, que ganó por un estrecho margen.
Si se comprueba que Rousseff cometió una irregularidad en cualquiera de estos casos, de inmediato se abre un camino legal para sus oponentes inicien el juicio político que puede desembocar en una destitución de la mandataria en el Congreso.
“En este momento, yo diría que existe un 50/50 de probabilidad de que el juicio político inicie“, dijo Marcos Troyjo, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Columbia que maneja el Center on Global Economic Governance en Río y es un ex diplomático brasileño. “Y si me preguntas mañana, las posibilidades de que el juicio político ocurra pueden aumentar”.
El “elemento más importante que puede determinar si el juicio político avanza” es lo que suceda con Cunha, dijo Troyjo.
Cunha tiene dos semanas para presentar sus descargos ante la Corte Suprema de Justicia de Brasil, el único tribunal que puede decidir si va a juicio por las acusaciones presentadas por el Fiscal General Rodrigo Janot. Aun así, Cunha podría permanecer en el cargo aún si es encontrado culpable, pues el fallo definitivo podría tomar muchos años.
Si permanece como líder de la mayoría de la Cámara de Representantes pero enfrenta un juicio, su capital político está tan disminuido que es poco probable que pueda conseguir los votos para que inicie el juicio político de destitución, dicen analistas a la AP, señalando que Rousseff puede querer que Cunha siga en su cargo, expuesto a las acusaciones y la impopularidad, el mayor tiempo posible. Pero si renuncia, presionado por su propio partido, el Partido Movimiento Democrático, conocido como el PMDB, podría ser peor para Rousseff.
Oportunidad de oro
El vicepresidente de Rousseff, Michel Temer, es el líder del PMDB, un poderoso partido que ha sido el catalizador de la coalición política del gobernante Partido de los Trabajadores desde 2003, pero cuyos miembros quieren que abandone la coalición.
En este río revuelto, el PMDB ve una oportunidad de oro para quedarse con la presidencia en 2018, o, lo que es más peligroso para Rousseff, quedarse con la primera magistratura ahora, ya que su juicio político pondría a Temer en la presidencia del país.
Columnistas políticos han especulado diciendo que Temer ambiciona la presidencia pese a que él lo ha negado públicamente. Pero un anuncio esta semana en el sentido en que dejaría de actuar como interlocutor entre su jefe, Rousseff, con el Congreso, alimentó aún más las especulaciones periodísticas.
“Si Cunha es separado de su cargo, otro representante podría ser nombrado líder y podría convertirse en una figura mucha más opositora a Dilma y, en ese caso, se podrían alinear las fuerzas” en contra de la mandataria, dijo Troyjo. “Tendrías a un líder de la Cámara dispuesto y capaz de iniciar el juicio político y un vicepresidente que ha decidido que quiere gobernar el país en los próximos tres años”.
Un juicio complicaría más a Brasil
Rousseff tiene a su favor a muchos sectores poderosos de la sociedad que están empezando a creer que un juicio político generaría un entorno económico mucho más complicado, que se vería francamente deteriorado con el tropezón de la economía China, la caída del precio del petróleo y de otros productos básicos importantes para Brasil.
Los periódicos más grandes de Brasil, Folha de S. Paulo y O Globo, publicaron editoriales en contra el juicio político, salvo que Rousseff sea encontrada culpable de algún delito, y han vaticinado una destrucción económica, política y social del país si Rousseff se cae.
Un juicio político basado en “razones banales crearía inestabilidad interna y empañaría la imagen de la nación que, a los ojos de la comunidad internacional, cree que Brasil, en teoría, ya superó su fase de Banana Republic“, dijo Folha de S. Paulo en un editorial esta semana.
Uno de los empresarios más influyentes de Brasil, Roberto Setubal, cabeza del banco privado más grande del país, Itaú Unibanco, concedió una entrevista a Folha y dijo que si Rousseff se retira del cargo “sería terrible para el país”.
“Por lo que he visto hasta ahora, no hay una razón de peso para que se adelante un juicio político”, agregó. “Por el contrario, lo que vemos es que Dilma ha permitido una investigación total” de la corrupción en Petrobras. “No hace mucho habría sido difícil imaginar una investigación independiente en Brasil. Dilma merece el crédito por esto”.