PARÍS. En la ciudad de Calais, en la costa norte de Francia, la situación es desesperante. Miles de inmigrantes viven en un campamento ilegal junto a la autopista. A diario intentan abordar camiones que van a Reino Unido, para buscar allí una vida mejor.
Con la intención de ofrecer una acogida digna a los miles de inmigrantes que se congregan a las afueras de esa localidad, el gobierno francés anunció la construcción de un nuevo campamento humanitario.
Ese nuevo centro, con una capacidad para mil 500 personas, se levantará de aquí a principios de año en la llamada “jungla” de Calais, donde conviven entre tres mil 500 y cuatro mil sin papeles, en su mayoría sudaneses, eritreos, sirios y afganos.
Un total de 120 grandes tiendas, con espacio para unas doce personas cada una, sustituirán en parte a las chabolas improvisadas del actual campamento, cuyo número de habitantes no superaba hace menos de un año los 400.
La asistencia humanitaria que aporte el nuevo campamento complementará a la ofrecida actualmente por el centro Jules-Ferry, que alberga de forma permanente a 115 mujeres y niños y facilita comida, cuidados y servicios a otros inmigrantes.
La Comisión Europea (CE), según indicó en conferencia de prensa su vicepresidente, Frans Timmermans, otorgará a Francia cinco millones de euros para financiarlo, que se suman a los 3.8 millones destinados en 2014, y que costearán también el transporte de los demandantes de asilo a otros puntos del país.
En la visita que efectuó a la zona, el primer ministro francés, Manuel Valls admitió que la actual crisis “va a ser larga” y señaló que “Europa, Francia, todos” tienen una “inmensa responsabilidad” ante una situación “trágica, insostenible, con todos esos muertos a las puertas” del continente.
Europa, dijo, no puede abandonar a los países que afrontan en primera línea las llegadas masivas y la solución que aporte debe ser duradera, guiada por los principios de “humanidad, responsabilidad y firmeza”.
En su habitual rueda de prensa de verano, la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, aseguró que el plan de Berlín y París está en gran medida “consensuado” e incluye un reparto justo, teniendo en cuenta el volumen de la población de cada país y su fortaleza económica.
Además, la propuesta franco-alemana para afrontar la crisis de los refugiados contempla asimismo una redefinición de los países de origen considerados seguros y la intensificación de los esfuerzos diplomáticos para estabilizar naciones y tratar de frenar conflictos como el de Siria.
Los ministros de Interior de Francia y Alemania, serán los encargados de explicar en detalle esta iniciativa a algunos de sus homólogos el próximo 14 de septiembre. A este respecto, resaltó que no acepta las excusas de algunos países, que han pedido no aceptar refugiados musulmanes porque son de mayoría católica, ya que está por encima “la dignidad de cada persona”.
Este paquete prevé una reforma del proceso de asilo para hacerlo más ágil (mejorando también el procedimiento de devolución), así como la construcción de más centros de acogida. Por último, el paquete legislativo incluirá fondos para integrar a los asilados admitidos, a través de cursos de alemán, así como con “perspectivas laborales” y de tener un hogar.
Hungría pide a Alemania que aclare la situación jurídica de refugiados
Hungría criticó a Alemania por crear “confusión” sobre la situación jurídica de los refugiados y pidió aclaraciones al respecto, al tiempo que defendió su política de inmigración, que incluye el levantamiento de una valla en la frontera con Serbia.
En un comunicado, el gobierno húngaro del conservador Viktor Orbán se refiere a la mayor flexibilidad de la política alemana en materia de asilo, en alusión a la decisión de Berlín de no retornar a los refugiados sirios al país por el que hayan entrado en la Unión Europea para examinar sus demandas de asilo.
Además, está a punto de aprobar en el Parlamento unas leyes que castigan el cruce ilegal de la frontera con penas de hasta tres años de cárcel y de hasta cinco si la persona causa daños en la valla.
El ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, criticó duramente al gobierno húngaro y dijo que la construcción de lo alambrada supone una falta de respeto a los valores europeos. Budapest reaccionó convocando al embajador francés al Ministerio de Exteriores en Budapest para pedir explicaciones.