La operadora de la central nuclear de Fukushima ha probado con éxito un nuevo robot teledirigido para retirar las sustancias radiactivas de los edificios de los reactores dañados, confirmó a Efe la eléctrica Tokyo Electric Power (TEPCO).

 

 

Su objetivo es facilitar el proceso de desmantelamiento de la planta, ya que permitirá limpiar zonas de difícil acceso de los inmuebles adonde no pueden llegar otros dispositivos, y en las que los niveles de radiactividad son demasiado altos para los operarios humanos.

 

El robot es capaz de alcanzar hasta los ocho metros de altura gracias a su cuerpo desplegable, con lo que podría limpiar gran parte del interior de los edificios e incluso el techo, donde se acumulan residuos altamente radiactivos emanados de los reactores tras la catástrofe nuclear de 2011.

El dispositivo cuenta con una cabeza por la que expulsa chorros de hielo seco granulado (nombre que se le da al dióxido de carbono en estado sólido), lo que le permite pulir la superficie de las paredes y retirar las sustancias radiactivas.

 

Diseñado por la compañía tecnológica nipona Toshiba, el robot también está dotado de 22 cámaras que permiten a sus operarios manejarlo desde la distancia.

 

El dispositivo ha sido probado esta semana con éxito por ingenieros de la compañía en un escenario que simula las instalaciones nucleares de Fukushima, según explicó a Efe un portavoz de TEPCO.

 

Principios de octubre

 

La compañía planea comenzar a usar el robot a principios de octubre en el reactor número 3 de Fukushima Daiichi, informó por su parte la cadena estatal nipona NHK.

 

Tokyo Electric Power Company, ya ha empleado anteriormente otros modelos de robots teledirigidos para explorar el interior de la vasija de contención de los reactores dañados.

 

TEPCO también planea tener lista para 2016 otra versión del robot resistente al agua que pueda explorar la parte inferior de la vasija de contención, donde se acumula el agua filtrada de los sistemas de refrigeración y también el combustible fundido.

 

La retirada del combustible es la operación más compleja y delicada dentro del largo proceso para desmantelar la central, cuya duración estimada es de unas cuatro décadas.