¿La verdadera “vía muerta” para Cataluña?; Para entender la música clásica (Héctor Vasconcelos, quien rechazó su título de Harvard), y ¿La década de la prosperidad?
Sé que los españoles y los catalanes están mucho mejor juntos que enfrentados. Ahora, hace poco, que me encontré al ex presidente Felipe González, en el Geneve de la Zona Rosa (propietario: Carlos Slim Helú), me dijo “se debe reconocer la diversidad como una riqueza compartida y no como motivo de fractura entre nuestros hermanos españoles”. Para González, España dejaría de serlo sin Cataluña, y Cataluña “tampoco sería lo mismo separada y ansiada”. La idea de desconectar de España, como lo ambiciona Artur Mas, es un extraño y disparatado frente de rechazo y ruptura de la legalidad.
Tendría consecuencias que muchos no saben. Ejemplo: desconectarían de una parte sustancial de la sociedad catalana (hay catalanes viviendo en Madrid u otras ciudades españolas o del mundo, y hay madridistas que viven en Barcelona o en otras áreas de Cataluña; o bien se han casado entre sí y han formado familias que son preponderantemente españolas, ¿o no?), fracturándola dramáticamente. Y los que hemos estado recientemente en Barcelona, ya sentimos esa fractura en la convivencia. Empecé a oír voces de rechazo a los que no tienen pedigrí catalán. Esos ciudadanos catalanes se sienten presionados, agobiados porque se está limitando su libertad para expresar su repudio a esta aventura, porque les niegan o coartan su identidad (“catalana o española”) que viven “como una riqueza propia y no como una contradicción”.
Desconectarían del resto de España, de Europa y de la dimensión iberoamericana
Mire, querido lector (a): desconectarían el resto de España, rompiendo la Constitución y por ello el Estatuto que garantiza el autogobierno, y la convivencia secular en los espacios públicos que comparten los españoles. Y claro, en el límite de la locura, empiezan a ofrecer ciudadanía catalana a los valencianos, baleares, aragoneses y franceses del sur. También desconectarían Europa, aislando a Cataluña en una aventura sin propósito ni ventaja para nadie. ¿Imaginan un Congreso Europeo de 150 0 200 miembros en la difícil gobernanza de la Unión? Y también desconectarían la dimensión iberoamericana (que tanto valor y trascendencia tiene para todos) y especialmente de Cataluña porque este vínculo se hace a través de España como Estado nación y de la lengua que comparten los españoles con 500 millones de personas (sí, el castellano), y como saben los doctos los mayores editores de esta lengua, que están en Barcelona. Pero no creo que España se vaya a romper, porqué sabemos que eso no va a ocurrir, sea cuál sea el resultado electoral.
Felipe González cree que el desgarro en la convivencia que provoca esta aventura afectará el futuro de España, el de los hijos de españoles, y el ex presidente suma y trata de evitarlo. Él sabe –como todos los que amamos España— que en el enfrentamiento perderán todos. O sea, en el entendimiento España-Cataluña podrán seguir avanzando y resolviendo sus problemas. Ojala suceda así.
Devolvió su título de la Universidad de Harvard
Héctor Vasconcelos, encargado de las relaciones internacionales de Morena en el extranjero, es licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales por la Universidad de Harvard (título que rechazó, pero que el rector de dicha universidad lo felicitó por su honestidad), maestro en Historia Política por la Universidad de Cambridge, además, realizó estudios de doctorado en Oxford. Es hijo de José Vasconcelos, uno de nuestros intelectuales más respetados; filósofo, escritor, pilar de nuestra literatura y de la política en la historia mexicana.
Por su parte, Héctor Vasconcelos admite que él fue el que se acercó a Andrés Manuel López Obrador y fue candidato de Morena a la Delegación Miguel Hidalgo, donde cerró su campaña “al ritmo de Mozart, acompañado de la Orquesta Clásica de México, dirigida por el maestro Carlos Esteva en el parque Lincoln de Polanco”. Por ende, me obsequió su libro Para entender la música clásica, culta o de concierto. Dice que para muchos es un mundo hermético, “accesible sólo a pequeños grupos de iniciados”. Este pequeño y hermoso libro abre una puerta para que los lectores puedan acceder a ese inmerso acervo de experiencias auditivas. Sus músicos favoritos: Mozart, Bach, Schubert.
¿Máquinas clientelares destinadas a perpetuar los gobiernos en ciertos países?
La democracia decae. Así me lo sugirieron el Club de Madrid, Freedom House y el National Endowment for Democracy, entre otros. Al concluir la “tercera ola”, fuimos testigos de una paulatina recesión democrática, en palabras de Larry Diamond. La ya prolongada crisis económica europea, el resurgimiento de los nacionalismos y los partidos xenófobos, el fracaso de la primavera árabe y, como contraparte, la estabilidad alcanzada por diferentes autocracias hablan de un clima global inhóspito para la democracia.
En América Latina, la narrativa de los ochenta estuvo marcada por los derechos humanos y la transición. En los 90 fue sobre las democracias delegativas, liberales e híbridas, construcciones conceptuales que enfatizaban la robustez de los procesos electorales, no obstante sus déficits en las áreas de derechos ciudadanos y separación de poderes. Es paradójico que la prosperidad del siglo XXI haya dañado instituciones democráticas más que la crisis de la deuda y la hiperinflación del siglo XIX. Eso invita a repensar la teoría.
La clave de este deterioro ha sido la reforma constitucional, un verdadero virus latinoamericano que no reconoce fronteras ni ideologías. Lo hicieron los de la izquierda, los de la derecha y los (mal llamados) populistas. Un presidencialismo sin alternancia no puede sino adquirir “rasgos despóticos”. Y termino, la sociedad civil, cada vez más vibrante, toma las ales. De Quito a Caracas, de Sao paulo a Guatemala, etcétera. Y hasta la próxima, ¡abur!