La presidenta brasileña Dilma Rousseff anunció hoy la eliminación de ocho ministerios, la reducción en 10 por ciento del sueldo de sus ministros y el corte de tres mil cargos de confianza, para hacer frente a la crisis política y económica.
La reducción de ministerios, secretarías y cargos de confianza, así como la baja de los salarios, se enmarca en un contexto de austeridad, ante el déficit fiscal de Brasil, cuyo gobierno propuso al poder Legislativo un plan de austeridad de 17 mil millones de dólares para equilibrar las cuentas que todavía debe ser aprobado.
“Queremos contribuir para que el país salga lo más rápidamente de la crisis, creciendo, generando empleo y distribuyendo renta. La reforma nos ayudará a tomar medidas de equilibrio fiscal”, dijo la presidenta al anunciar las medidas.
“Va a propiciar el equilibrio fiscal, el control de la inflación y consolidar la estabilidad macroeconómica, aumentando la confianza en la economía”, señaló, días después que se anunció que en agosto las cuentas públicas brasileñas entraron en números rojos.
Rousseff mencionó que también se venderán edificios, porque el país “no puede continuar siendo una gran inmobiliaria”, y se reducirán los gastos en viajes, teléfono y demás costos asociados a las actividades diarias de la administración.
El Ejecutivo aprovechó la reforma administrativa para reordenar la atribución de ministerios con los partidos de coalición, con el objetivo de tratar de sumar apoyos políticos en el Congreso, donde hasta la fecha fueron frenadas varias iniciativas del gobierno, a quienes muchos acusan de estar “maniatado” ante la crisis económica.
En este sentido, Rousseff otorgó siete ministerios al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), formación de centro y principal aliado en la coalición gubernamental.
Ante quienes la acusan de fragilidad política y de haber cedido el poder al PMDB, Rousseff respondió que la reforma “se trata de una acción legítima de un gobierno de coalición”.
“Estamos haciendo la coalición más equilibrada, fortaleciendo la relación”, apostilló.
La reforma ministerial, que da más poder al PMDB, ha sido duramente criticada por miembros del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) de la propia Rousseff, pero era percibida como una medida ineludible para tratar de lograr apoyos en el Legislativo y aprobar reformas.
Rousseff meditó durante semanas la reforma, en la que obtuvo el consenso de su antecesor, Luiz Inacio Lula da Silva, todavía muy influyente en los asuntos públicos.
Observadores y parte de la prensa brasileña reaccionaron a la reforma, señalando que “el segundo gobierno de Rousseff terminó”, al ceder al partido de coalición buena parte de los ministerios.