COPENHAGUE. El escrito sueco Henning Mankell, que murió esta madrugada a los 67 años víctima del cáncer, dio sus primeros pasos en el teatro antes de convertirse en un autor mundialmente conocido gracias a la serie de novelas policiacas protagonizadas por el inspector Kurt Wallander.

 

Nacido en Estocolmo en 1948, comenzó a trabajar como autor y ayudante de dirección en el Riksteatern de la capital sueca.

 

En 1972 realizó su primera viaje a África y desde entonces nunca abandonó del todo ese continente; residía entre Suecia y Mozambique, donde ejercía como director artístico del Teatro Avenida de Maputo.

 

Mankell lanzó en 1973 su primera novela, Bergsprängaren (El rompedor de rocas) y casi dos décadas después, en 1991, publicó la primera de la exitosa serie protagonizada por el inspector Wallander: Asesinos sin rostros.

 

A ese libro siguieron Los perros de Riga, La leona blanca, El hombre sonriente, La falsa pista, La quinta mujer, Pisando los talones, Cortafuegos; La pirámide, Antes de que hiele, El hombre inquieto y Huesos en el jardín, una saga con la que vendió millones de ejemplares y que pasó a la televisión y al cine.

 

La saga llegó a la pequeña pantalla primero en Suecia en 1995, y, años después en el Reino Unido, de la mano de la BBC y, con Kenneth Branagh como protagonista, en una preciosista adaptación que fue nominada a los Globos de Oro y que se llevó cinco premios BAFTA, entre ellos el de mejor serie, en 2009, y otros dos en 2011, uno de ellos para el actor.

 

Considerado como uno de los precursores del éxito de la novela negra nórdica en el mundo, sus obras, al igual que las de la mayoría de los escritores posteriores, beben del estilo marcado por el matrimonio Maj Sjowall y Per Wahloo, los pioneros de este género en Suecia.

 

Mankell reconoció públicamente haberse inspirado en las novelas de la pareja, pero ellos repitieron en varias ocasiones que la saga de Wallander era aburrida y carecía de humor.

 

Sin embargo, las obras de Sjowall y Wahloo han vendido alrededor de diez millones de ejemplares en todo el mundo, frente a los treinta millones de Mankell.

 

Pero además de su exitosa serie policiaca y de su carrera como dramaturgo -fue su gran pasión y escribió más de cuarenta obras-, Mankell es autor de una veintena de novelas y de numerosos libros infantiles y juveniles, entre ellos una serie protagonizada por Sofía, una niña africana, que le sirvió para narrar las dificultades de la vida de las mujeres en ese continente.

 

En 2001 lanzó junto a su amigo Dan Israel la editorial Leopard, que desde entonces publicaba sus libros, aunque su labor principal era apoyar a jóvenes talentos de África y Suecia.

 

En su última obra, Arenas movedizas, Mankell relató el “descenso a los infiernos” que experimentó tras ser diagnosticado de cáncer en 2014 y la amalgama de sentimientos y sensaciones que siguieron, mezclados con recuerdos de su infancia y juventud y episodios de su vida, muchos anclados en África.

 

Los libros, explicó en su obra, se convirtieron en la mejor herramienta ante el “golpe mortal” que supuso ese diagnóstico: “Coger un libro y perderme en el texto en los momentos difíciles ha sido siempre un modo de buscar alivio”.

 

Como escritor se consideraba un intelectual y, como tal, sentía la responsabilidad de mantener un compromiso humanitario y denunciar las injusticias.

 

Ese compromiso le llevó en el verano de 2010 a embarcarse en la denominada “Flotilla de la Libertad” con destino a Gaza, proyecto que acabó con la muerte de nueve activistas durante el asalto israelí a una de las embarcaciones y con Mankell detenido junto a varia decenas de personas.

 

En su obra no se abstuvo de criticar a la aparentemente perfecta sociedad sueca y abordó también asuntos como la colonización o los lacerantes problemas del continente africano y la situación de la mujer.

 

Henning Mankel, que recibió numerosos premios especialmente por su saga de Wallander -entre ellos el de mejor novela sueca de crímenes en 1992, el Nils Holgersson (1991), el Glass Key Award (1992), el Astrid Lindgren (1996) o el Pepe Carvalho (2006)-, estaba casado con Eva Bergman, una de las hijas del director de cine Ingmar Bergman.  DM