Hace apenas unos días, el prestigioso semanario “El País Semanal”, del periódico español El País, publicó un artículo de portada dedicado al escritor estadunidense Jonathan Franzen y su “cruzada contra Silicon Valley”, como la publicación decidió llamarlo. La edición incluye una extensa entrevista con quien ha sido visto como uno de los más grandes escritores norteamericanos de nuestros tiempos, acerca de su más reciente libro, “Pureza”, donde alerta de lo que, a su parecer, son las ilusiones falsas de libertad que prometen las grandes corporaciones de Internet, principalmente las radicadas en California. Para Frazen, las nuevas plataformas están destruyendo al periodismo, además de que critica la invasiva forma en la que el teléfono móvil se ha insertado en la vida de las personas. Remata contra las redes sociales, en las que, si decides no participar, afirma, se te interpreta como un disidente. Todo empeora si eres una persona pública, detalla la entrevista, pues si no construyes tu propia personalidad online, alguien lo hará por ti y el resultado no será halagador.
Si las referencias no son suficientes para entender a Twitter como uno de los destinatarios de Frazen, el trabajo periodístico cita al mismo autor en una entrevista del 2012, donde dijo que Twitter le parecía sobrevalorado y la brevedad de su discurso representa uno de los grandes males de la civilización occidental.
En medio de los embates de Frazen, duramente criticado por los usuarios de la misma red social, la compañía se debate en uno de los momentos más complejos de su historia. Hace tan solo unos días, la compañía finalmente tomó una decisión con respecto a quién comandará el destino de la empresa en los próximos años, al dejar como CEO permanente a Jack Dorsey, fundador quien de forma interina había tomado las riendas tras la dimisión de su anterior líder, y en medio de serios cuestionamientos sobre su viabilidad como negocio pues el crecimiento de su audiencia se ha estancado, y las ventas publicitarias no han ido como se esperaban.
Dorsey toma la compañía en una semana donde también se informó de manera oficial que Instagram, la red social basada en compartir fotografías, y adquirida hace unos años por Facebook, cuenta ya con más usuarios a nivel mundial que Twitter. Menuda misión tiene el nuevo CEO, quien ya ha empezado a hacer algunas adecuaciones al producto como la posibilidad de que los mensajes directos entre usuarios no tengan un límite de extensión de 140 caracteres y así ofrezcan una alternativa de comunicación que compita con plataformas de comunicación 1 a 1 como Whatsapp y Facebook Messenger.
¿Será la experiencia de producto en la que todo apunta a que Dorsey trabajará, y las soluciones publicitarias la fórmula para que el pajarito azul retome el vuelo? Mi impresión es que tal vez Frazen tenga algo de razón. Twitter, de gran poder no solo comunicador, sino transformador de la sociedad, debería apuntar a mejorar el nivel de información y conversación de una red cuyo discurso ha venido degradándose paulatinamente y en donde la difamación, la falsa información, la estridencia y el denuesto personal, acaparan cada vez más espacios dentro de la plataforma. En otras palabras, volver a sus raíces, aquellas que le dieron fama internacional por ser el estandarte mediante el cual el mundo se congregó en torno a causas que hoy han cambiado la vida de muchas personas. La otra opción, apuntaría a un cambio radical en la estrategia de la compañía. Cualquiera que sea el camino que siga Dorsey, parece una misión casi imposible.
La tecnología vende
En otros temas, esta semana la empresa de investigación Interbrand publicó su lista 2015 sobre las marcas más valiosas a nivel mundial, encabezada, sí, una vez más, por Apple. Nada nuevo ni en ese ni en el segundo lugar, Google, pero es interesante ver la forma en que las empresas de tecnología se adueñan del espacio de máxima reputación a nivel de marca. De las 10 primeras marcas, 6 son de empresas relacionadas a internet y tecnología. La lista de esas seis la complementan Microsoft, IBM, Samsung, y Amazon. Siempre es impresionante ver la forma en que una industria que hace menos de dos décadas cautivaba a unos cuantos expertos, hoy es parte de la vida cotidiana de toda persona, y no solo eso. Se han convertido en lo más “cool” a nivel corporativo, y una aspiración de todo tipo para buena parte de los consumidores globales.