ANKARA. La policía turca reprimió con gases lacrimógenos y golpes de porra contra cientos de miles de manifestantes que al grito de “¡el gobierno debe dimitir! y “¡Erdogan asesino!”, afluía a la plaza de Ankara donde el sábado se produjo el doble atentado suicida, para honrar a los 95 muertos y dejar flores.

 

Las fuerzas de seguridad turcas erigieron barricadas en todas las calles que llevan a la explanada donde se produjo el atentado más mortífero en la historia de Turquía. El cerco policiaco desató la ira de algunos de los manifestantes que atacaron a los uniformados, lanzándoles piedras y otros objetos, desatándose un duro enfrentamiento, que llevó a la Policía a lanzar gases lacrimógenos y granadas de aturdimiento para calmar los ánimos.

 

Según un comunicado del partido de la izquierda pro-kurda HDP, cuarto en el Parlamento, la carga policial causó algunos heridos en la delegación política, en la que se encontraban también altos cargos del socialdemócrata CHP, el mayor de la oposición.

 

Tras unas negociaciones con otros miembros de la delegación, la policía finalmente abrió las barricadas y permitió el paso para colocar las flores.

 

Sobre la autoría del atentado que no ha sido reivindicado, todas las pistas del atentado señalan a las redes yihadistas en Turquía, pero el gobierno islamista aún no ha indicado oficialmente una sospecha de autoría concreta, aparte de prometer luchar contra todo tipo de terrorismo, incluyendo el kurdo y de la extrema izquierda.

 

Lo que sí parece ya oficial es que el atentado fue perpetrado por dos hombres que se inmolaron entre la muchedumbre congregada para iniciar una marcha por la paz en el país eurasiático. Así lo confirmó el primer ministro, Ahmet Davutoglu, en una entrevista con el jefe de la oposición, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu.

 

“Me han dado información sobre el atentado; entenderán ustedes que no puedo dar detalles. Me dijeron que había dos atacantes suicidas, ambos varones. Sin embargo, no han nombrado ninguna organización”, declaró Kiliçdaroglu.

 

Numerosos analistas han subrayado la enorme similitud de este atentado con el ocurrido en Suruç, el 20 de julio pasado, en el que murieron 33 activistas de la izquierda prokurda.

 

En aquella ocasión, un joven ciudadano turco, que había pasado por los campos de entrenamiento del Estado Islámico en Siria, se inmoló con una carga de TNT reforzada con bolas de acero para aumentar el efecto mortífero, exactamente igual que en Ankara.

 

La Policía arrestó ayer al menos 22 personas en las provincias de Adana, Esmirna y Konya en una redada dirigida contra las redes del EI, aseguró el diario Evrensel, pero no se ha aclarado aún si la operación tiene relación con el atentado.

 

Tampoco sentó bien en la oposición la insistencia de Davutoglu de dedicar los tres días de luto nacional, iniciados hoy, no solo a los fallecidos en la masacre sino a todas las víctimas del terrorismo, incluyendo expresamente a los soldados y policías caídos en el combate contra la guerrilla kurda.

 

Este discurso parece buscar un contrapeso a la tragedia causada en una manifestación de la izquierda, apelando al voto nacionalista, tres semanas antes de las elecciones.

 

Además, Davutoglu sólo ha invitado a un diálogo nacional a los dirigentes del socialdemócrata CHP y el nacionalista MHP, que declinó la oferta, pero excluyendo a Selahattin Demirtas, dirigente del HDP, el partido cuyos simpatizantes fueron el blanco del atentado del sábado.

 

El abismo entre gobierno y HDP se muestra incluso en la guerra de cifras respecto a los fallecidos, ya que el partido izquierdista afirma que se han podido identificar 120 víctimas, aparte de 8 cadáveres aún no determinados.

 

La oficina del primer ministro colocó anoche el saldo en 95 muertos ayer aseguró que 65 personas siguen bajo cuidados intensivos, pero no ha actualizado el número de muertos.