En México, el Costo Anual Total (CAT) promedio de las 125 tarjetas de crédito que presentaron información ante la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) es de 44.6%, mientras que el promedio de la Tasa de Porcentaje Anual (APR, por sus siglas en inglés), indicador equivalente en Estados Unidos, alcanzó 15%.

 

El CAT sólo muestra disminuciones con respecto al aplicado en 2008, pues en ese año, de acuerdo con datos de la Asociación de Bancos de México (ABM), el indicador mostró un promedio de 66%.

 

Esto ocurre a pesar de la reforma financiera que, entre sus objetivos, destaca el incremento de la penetración del crédito a precios más bajos, situación que se ha cumplido a medias, pues si bien al cierre del cuarto trimestre del año pasado se reportaron 28.5 millones de tarjetas de crédito, los intereses y comisiones que se pagan siguen en niveles que duplican el promedio en países desarrollados.

 

Sin embargo, de acuerdo con datos del Banco de México, el número de tarjetas utilizadas al cierre de 2014 disminuyó 4.9%, pues se usaron 18.5 millones de plásticos, lo que representó el peor dato desde el tercer trimestre de 2009.

 

Entre los impedimentos para que baje el CAT en México se encuentra la falta de competencia, así como la baja cultura de pago que existe en el país, señalaron analistas.

 

De acuerdo con Alexis Milo, economista en jefe del Deutsche Bank, las tasas de interés en Estados Unidos son más bajas “porque hay más oferta de crédito, hay más intermediarios financieros y todo eso lleva a que haya menores tasas”.

Mencionó que el CAT suma el total  del costo del financiamiento cuando se contrata un crédito, es decir, incluye la tasa de interés, las diferentes comisiones, así como la anualidad de la tarjeta, aunque no incluye Impuesto al Valor Agregado (IVA) y su propósito es establecer una unidad de una medida para comparar el costo de las opciones de financiamiento.

 

Para Jorge Gordillo, director de Análisis Económico de CI Banco, la baja cultura de pago provoca que los costos de financiamiento se incrementen y “pagan justos por pecadores”, pues las autoridades piden reservas sobre el crédito y entre más morosos existan se requieren más reservas, por lo que los bancos lo incorporan en sus costos.