BEIRUT. Han sobrevivido desde la época del Imperio Otomano y no quieren que el conflicto en Siria suponga su extinción, por eso, los “scouts” de este país se han reinventado para ayudar a los desplazados internos por la contienda.

 

Renovarse o morir es la disyuntiva a la que se ha enfrentado la organización “Scouts of Syria” (Exploradores de Siria) durante estos más de cuatro años, en los que han pasado de tener 18,000 miembros en tiempos de paz a los 6,000 actuales.

 

“Debido a la difícil situación actual estamos ayudando a la sociedad porque es nuestro deber”, cuenta en declaraciones a Efe el presidente de la organización, Abdul Wahab Rabaa, en una conversación telefónica.

 

Su labor principal ahora es ofrecer asistencia a los desplazados internos, que han perdido sus casas en sus lugares de origen.

 

En colaboración con el Fondo de la ONU para la Infancia (Unicef) y el Programa de Desarrollo de Naciones Unidad (PNUD), ayudan a las familias desplazadas a integrarse en las comunidades de acogida.

 

Divididos en franjas por edades, Rabaa explica que en estos momentos la mayor parte de los “scouts” tiene entre 12 y 16 años, aunque también los hay de entre 8 y 11.

 

“Hemos tenido problemas con los más mayores, los de 17 a 23 años, porque muchos han emigrado fuera”, indicó Rabaa.

 

No obstante, en una de las ciudades más asoladas por la violencia en el país, Alepo, cuentan todavía con 2,000 miembros y un campo para formar a 450 “chicas guías”.

 

Y es que los “Scouts of Siria”, que integra a menores de ambos sexos, dispone también de una organización hermana, las “Girls Guides” (chicas guías), solo para ellas.

 

Rabaa asegura que en ambos grupos no hay diferencias por religión, ya que “tienen cabida todos los sirios independientemente de su credo”.

 

Su lema es el mismo que el del Movimiento Internacional de Exploradores: “Piensa globalmente y actúa localmente”.

 

No obstante, no tienen actividad en todo el territorio sirio “solo en las zonas donde hay seguridad”, declara Rabaa.

 

En consecuencia, solo están presentes en las áreas bajo control gubernamental en Damasco, Latakia, Tartús, Sueida y Alepo.

 

Por el conflicto, “hemos reformulado la manera de trabajar, hemos reconstruido nuestras capacidades y hemos cambiado”, agrega el jefe de los exploradores sirios.

 

Un ejemplo de esto es que el que antiguamente fuera uno de sus mayores campos de entrenamiento, el de Zabadani, en las afueras de Damasco, ya no lo pueden usar por los enfrentamientos allí, así que ahora se forman en otros en la capital y otras provincias.

 

Cada agrupación de “scouts” se reúne semanalmente durante la mayor parte del año para preparar los proyectos trimestrales, y en verano, a diario.

 

Rabaa detalla que su labor tiene un importante componente psicológico, porque se trabaja para reducir el impacto que la violencia ha tenido en cada menor y también para darles herramientas para su desarrollo personal.

 

La organización se financia con las aportaciones de los socios, aunque, de vez en cuando, recibe fondos de patrocinadores.

 

“Hemos durado más de cien años y queremos seguir, siempre mejorando”, manifiesta Rabaa.

 

Durante este siglo de existencia, el grupo ha estado expuesto a los vaivenes políticos en la región.

 

Nació en 1912 como una federación de asociaciones de escutistas en lo que es hoy el Líbano y Siria en la época del Imperio Otomano (1299-1923), aunque en la década de los cuarenta los “scouts” sirios y libaneses se separaron tras la independencia de sus respectivos países.

 

Durante los años ochenta, los “Scouts of Syria” dejaron de funcionar y no volvieron a hacerlo hasta después del ascenso del presidente sirio, Bachar al Asad, al poder en 2000, tras la muerte de su antecesor en el cargo, su padre, Hafez al Asad.

 

Rabaa no quiere adentrarse en detalles sobre el motivo de esa suspensión, que algunas fuentes atribuyen a razones administrativas, mientras que otras lo achacan a la situación política en aquel momento.

 

Este año ha sido la primera vez en tres décadas que han participado en la reunión internacional de exploradores en Japón, celebrada en agosto pasado, “para trasladar el mensaje de que Siria sigue viva”, indica Rabaa.

 

Este padre de familia, que es explorador desde los ocho años, no concibe su vida sin los “scouts”.

 

“Es una tradición, mi tío y mi padre lo fueron”, detalla el presidente de la organización siria, quien conoció a su propia esposa, procedente de la provincia costera de Latakia, durante un encuentro de exploradores en la vecina Turquía.

 

Ahora, su hija de tres años va con él a las sesiones de “scouts”. “Como padre creo que es algo bueno, que cada niño encuentre las herramientas para desarrollar su personalidad e integrarse en la sociedad”.