En el siglo pasado la sociedad global pensaba que la paz en Oriente Medio dependía de las relaciones entre Israel y Palestina. Malas noticias. Octubre de 2015: la inestabilidad en Oriente Medio tiene un potente foco que irradia en Siria, Irak, Irán, Afganistán, Turquía, Yemen, Libia, las posiciones estratégicas de Estados Unidos y Rusia, y otra vez Israel y Palestina.
En septiembre Mahmud Abás soltó una bomba en Naciones Unidas al desvincularse de los acuerdos de Oslo (1993) mientras que Benjamín Netanyahu se mantenía satisfecho porque su provocación obtuvo éxito: ocupar territorios ilegales pensando en reconfigurar un mapa, el que trae en su cabeza buscando descolocar a Abás, ya hundido en el desgobierno por el ascenso de Hamás en Gaza.
Abás y Netanyahu no trataron de impedir con rigor lo que estamos viendo: un preámbulo de la tercera intifada. Está en marcha pero no sabemos cuándo iniciará. La llaman la intifada de los cuchillos.
Ambos deben de pensar los magros resultados que arrojaron las dos intifadas anteriores: dos mil 200 muertos entre 1987-1991 y cuatro mil entre 2001-2004.
En ambas intifadas, las relaciones entre ambas partes terminaron más lastimadas que cuando iniciaron. Ahora, la diferencia la marcaría un matiz: la descomposición de la zona.
Rusia y Estados Unidos se encuentran en la misma zona de batalla: Siria. Dicen que ambos luchan en contra del mismo objetivo criminal llamado Estado Islámico. Sin embargo, sus alianzas son distintas. De ahí la sospecha o cuando menos, la incertidumbre.
Rusia desea que el presidente sirio Bachar al Asad se mantenga, mientras Estados Unidos desea verlo fuera de acción. Un paso adelante se encuentra la postura francesa, en la que Bachar al Asad es el problema.
Por si fuera poco, Turquía y Rusia lastiman su relación y, de manera errónea, Angela Merkel viaja a Ankara para prometer al presidente Erdogan que acelerará el proceso de aceptación de Turquía en la Unión Europea.
La canciller alemana (junto a Francia) siempre ha mostrado una posición en contra de que la Unión Europea le abra la puerta a Turquía. ¿Fue la coyuntura la que la ha hecho cambiar de postura? ¿Pasará por alto las violaciones a las libertades que comete Erdogan de manera sistemática? ¿Permitirá la Unión Europea que Erdogan realice química constitucional para perpetuarse en el poder? ¿Será el gobierno turco el primero en enlistarse a la Unión Europea bajo musculatura autócrata?
En efecto, el entorno de Israel y Palestina poco se parece a los de las dos intifadas anteriores. Ahora, Obama mantiene una relación fría con Netanyahu (porque durante la primera mitad de su segundo mandato el presidente de Estados Unidos envió a John Kerry a convencer a Netanyahu de lograr la paz con Palestina, objetivo que fracasó) y concluyó un pacto nuclear con Irán. Es decir, Estados Unidos le abre la puerta del mercado petrolero a Irán para que los precios desciendan a los 10 o 15 dólares por barril en el mediano plazo. Netanyahu patalea rodeado de musulmanes pero con la firme alianza con el golpista asesino egipcio, Al Sisi; el aliado de Estados Unidos y Europa.
El tablero geoestratégico de Oriente Medio tendría que imponer dosis de realismo a Abás y a Netanyahu. La batalla entre chiitas y sunitas, y la eclosión del Estado Islámico, con el respaldo de Arabia Saudita y Catar, han ayudado a que Irak, Libia y Siria se hayan convertido en Estados fallidos.
Netanyahu y Abás están probando dosis elevadas de soledad. Poco a poco las simpatías se han ausentado entre sus círculos. En el caso palestino, basta con observar a Europa. Ya no tiene poder en la zona. Y a Netanyahu, cada vez que habla por teléfono con Obama, le queda un sabor amargo.
Israel y Palestina se quedan solos porque lo verdaderamente grave ocurre en Siria.