VIENA. El gobierno austríaco ha decidido recurrir también a una valla, en su frontera con Eslovenia, para controlar la llegada de refugiados, aunque insiste en que esta medida no supone bloquear el paso ni tiene nada que ver con el cierre fronterizo aplicado por la vecina Hungría.

 

Aunque la ministra del Interior, Johanna Mikl-Leitner, recurrió a un eufemístico “medidas de edificación” al describir esa futura valla, tanto ella como el resto del gobierno llamaron por su nombre a lo que Austria va a construir en la frontera.

 

“No es una valla alrededor de Austria. Es una medida de seguridad técnica que no encapsula a Austria“, aseguró el canciller federal, Werner Faymann.

 

Con todo, en lo que va de año unas 63 mil personas han pedido ya asilo en Austria y se espera que hasta diciembre suba a 85 mil, el triple que en 2014.  Se trata de cifras proporcionales a la vecina Alemania, que con sus más de 80 millones de habitantes espera recibir este año 800 mil solicitudes de asilo.

 

En los últimos días, las autoridades alemanas, sobre todo las del estado federado de Baviera, han ido elevando el tono de las críticas a Austria, a la que acusan de enviarles sin control ni aviso previos a miles de refugiados cada día.

 

Antes esas críticas, Mikl-Leitner recordó que Alemania fue el país que, en solitario, aseguró en agosto que recibiría a los refugiados de la guerra Siria sin devolverlos luego a otros países europeos por los que habían pasado primero. Mikl-Leitner denunció que el ritmo de entrada de refugiados a Austria es mayor que el de salidas hacia Alemania, lo que ha provocado que los centros de acogida temporales estén cada vez más llenos.

 

Ante esa situación, afirmó que Austria se ocupa de las personas lo mejor que puede pero que no puede “detenerlas”.

 

“Queramos o no, marchan hacia Alemania”, resumió.