PARÍS. El mundo de la moda cambia de paradigma en París: primero cayó el más joven, Alexander Wang, director creativo de Balenciaga, y después, casi a uno por semana durante octubre, se desvanecieron Raf Simons, de Dior, y Alber Elbaz, alma de la casa Lanvin.

 

La última Semana del “Prêt-à-porter” en la capital francesa no sirvió solo para establecer nuevos parámetros en el mundo de las tendencias, sino que fue a su vez la última muestra de tres nombres que ya han pasado a la historia de la moda.

Foto: EFE
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El primer día de octubre desfilaron en la pasarela las creaciones del diseñador israelo-estadunidense Elbaz. Su salida se desconocía hasta el pasado miércoles, cuando la marca de lujo Lanvin anunció en un comunicado que no renovaría su contrato.

 

Pero, ¿por qué poner fin ahora a esta prolífica colaboración? El mismo Elbaz declaró en un comunicado que deja la casa “por decisión de su accionista mayoritario” y, según la revista especializada Women’s Wear Daily, la salida del creador de 54 años responde a un “desacuerdo” con la dirección.

 

Aunque se desconocen los motivos últimos de esta decisión, el modisto había aireado recientemente su frustración por el ritmo que marca la profesión.

 

Hace solo una semana, declaró en la reunión anual de ejecutivos de moda que “los diseñadores comienzan con sueños, como costureros, y después se convierten en directores creativos y tienen que crear, pero, sobre todo, dirigir”.

 

Y es que la alta costura ha alcanzado un ritmo vertiginoso en el que ya no solo se organiza un desfile millonario cada temporada, sino que se lanzan colecciones crucero y líneas de accesorios cada vez con más frecuencia.

 

“La industria del lujo está imitando el ‘fast-fashion'” apuntó a Efe Abraham de Amézaga, conferenciante y experto en moda, y comparó la producción en masa de cadenas tipo Zara, H&M o Mango con la de marcas más exclusivas como Hermès o Louis Vuitton.

 

“¿Desde cuándo fue una industria? La moda de alta gama se hacía a mano y ahora se ha adaptado al mercado porque hay que vender más”, añadió, antes de recordar que “la alta costura vive una saturación desde los años noventa, cuando se comienzan a crear más tiendas y se organizan más desfiles y presentaciones”.

 

De Amézaga recordó también que recientemente se han cerrado “muchos establecimientos como Louis Vuitton en Barbados o en Bilbao, la franquicia de Hermès en Metz (Francia) o una decena de comercios de Cartier en China” y si este ritmo de producción no se reduce, “puede que se rompa la cuerda“.

 

La deserción en Dior del belga Raf Simons el pasado 22 de octubre y el hecho de que la casa aún no haya anunciado un sustituto han hecho que se generen rumores que sitúan a Elbaz como un posible candidato para la marca.
“En el caso de Simons ha habido una saturación. Él tiene un espíritu flamenco, más relajado que quería aportar algo más a la ‘maison’ Dior”, apuntó De Amézaga, también corresponsal en Europa para las ediciones de México y Latinoamérica de la revista Vogue.

 

E hizo un paralelismo entre la historia del creador guipuzcoano Cristóbal Balenciaga, quien en 1968 se retiró porque no quería asociarse con el “prêt-à-porter”, y el caso del modisto de Neerpelt (Bélgica), quien dijo que “por razones personales” no renovaba su cargo.

 

El desfile parisino que cerraba una etapa de tres años de colaboración de Simons -que había sustituido a John Galliano- se celebró el 2 de octubre, mismo día en que otro grande se despedía de Balenciaga, el estadounidense Alexander Wang.

 

El consorcio de lujo Kering, al que pertenece Balenciaga, ya había anunciado en julio que no renovaría su contrato al frente de la dirección artística, aunque su marcha no se hizo efectiva hasta este mes.

 

Era de esperar que no fuera sencillo para el joven Wang, de 31 años, sustituir a Nicolas Ghesquière, uno de los “mesías” en el opulento mundo de la moda, quien estuvo al frente de la firma entre 1997 y 2012.

 

El diseñador se despidió con una colección integralmente concebida en blanco y cuatro días después la casa recibió a su sucesor, Demna Gvasalia, alemán de origen georgiano diplomado en la “Royal Academy of Fine Arts” de Amberes.