ANKARA. Triunfa el proyecto político que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. El Partido Justicia y Desarrollo (AKP), la formación islamista de Turquía en el poder, ha renovado su mayoría absoluta que mantiene desde 2002, con la única interrupción de las elecciones de junio pasado.

 

Con este triunfo en las segundas elecciones legislativas turcas en lo que va de año, el AKP del primer ministro, Ahmet Davutoglu, inicia su cuarta legislatura, que durará hasta 2019.

 

El AKP consiguió el 49.3% de las papeletas, suficiente para una cómoda mayoría de 316 diputados en un hemiciclo de 550 escaños, según los cálculos tras el escrutinio de más del 97% de los votos difundidos por la agencia semipública Anadolu.

 

Este resultado está muy por encima de los 258 escaños que AKP obtuvo en junio pero algo por debajo de los 327 que sacó en 2011 y no llega a las tres quintas partes de los escaños exigidos para convocar un referéndum sobre una reforma constitucional.

 

En la anterior campaña electoral, el AKP se presentó y fracasó con la aspiración de reformar el sistema parlamentario turco y otorgar poderes ejecutivos al presidente, Recep Tayyip Erdogan, opción por ahora descartada.

 

El gran perdedor de este domingo es el ultranacionalista MHP, que ha bajado del 16.2 al 12%, con lo que se convierte en el cuarto y último partido del hemiciclo, con 41 diputados, por detrás de su archienemigo, el izquierdista y prokurdo HDP, que contará con 59 escaños.

 

Los analistas destacan la apuesta acertada del presidente Erdogan, al que se le atribuye la decisión de no facilitar la búsqueda de coaliciones tras las elecciones de junio sino forzar nuevas elecciones para que el partido que fundó, el AKP, recuperase la mayoría absoluta. Opinan que una importante parte de los votos que perdió el ultranacionalista MHP ha afluido al AKP debido a que el Gobierno abandonó el proceso de paz con el proscrito Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda.

 

La ruptura llevó al PKK a poner fin a su alto de fuego de dos años en julio, y Gobierno y guerrilla se enzarzaron en duros enfrentamientos que costaron más de 130 vidas entre soldados y policías, y un número probablemente mayor en el bando rebelde.

 

Queda por ver si con este respaldo público el primer ministro hará una política más independiente de las indicaciones del jefe de Estado, su mentor, o si utilizará su renovada legitimidad para cimentar la posición de Erdogan como líder del islamismo político en Turquía.