A 53 años de su primera aparición en cine con Dr. No, el agente secreto con licencia para matar, James Bond, se ha convertido en mucho más que un espía. Ha sido tal el impacto del personaje creado por Ian Fleming que se calcula que una de cada tres personas lo ha visto al menos en una ocasión, ya sea en el cine o en la televisión.
Se ha convertido también en uno de los personajes de ficción más imitados, provocando decenas de películas y series televisivas que le deben más que la inspiración, pero que han caído abatidas al paso del tiempo ante el poderío de lo que se podría llamar el Imperio del 007.
Al personaje se le ha acusado prácticamente de todo: de ser mujeriego, misógino, bebedor, apostador y mil cosas más, pero hay que comprender que Bond es, y seguirá siendo, un producto que refleja su época. La sociedad ha cambiado de manera vertiginosa en este último medio siglo, por lo que no es posible querer pedirle al Bond sesentero de Sean Connery que no tenga un comportamiento machista al estilo Mad Men; así como tampoco se le puede pedir al más actual, Daniel Craig, que tenga una personalidad en ese sentido. De hecho, el 007 de Craig es, aparte del primer Bond rubio de la historia, el más vulnerable emocionalmente, producto de una época en la que los superhéroes se han caracterizado por los múltiples demonios mentales que los persiguen.
Sí, uno de los atractivos básicos de Bond son sus chicas, las cuales por regla general y quizá hasta la década de los 90, eran más de ornato que otra cosa, aunque con sus excepciones. Sin ellas, el cine no podría tener la imagen de Ursula Andress en Dr. No emergiendo del mar con un espectacular bikini; o la de Honor Blackman bajo el provocador nombre de Pussy Galore. Nombres como Jill St. John, Jane Seymour, Britt Ekland, Barbara Bach, Maud Adams, Tanya Roberts, Sophie Marceu, Denise Richards, Halle Berry, Eva Green o hasta la mexicana Stephanie Sigman, han servido no sólo como atractivo visual, sino que han mostrado la evolución de los personajes femeninos en el cine. Todavía falta en ese aspecto, sí, pero al menos desde los 90 las Chicas Bond suelen patear traseros y poner en aprietos al más pintado.
Otro aspecto fundamental en la saga de Bond es la música, no sólo por la composición de Monty Norman y John Barry, que dejaron uno de los temas fílmicos más reconocibles y famosos del mundo, sino porque es la única franquicia que puede presumir de tener entre su soundtrack a varios de los cantantes más famosos de los últimos 50 años, desde Tom Jones, Shirley Bassey y Nancy Sinatra hasta Paul McCartney, Sheena Easton, Tina Turner, Madonna o Adele. Sin ellos, las artísticas secuencias de créditos de cada uno de los 24 filmes no serían lo mismo.
A la ya de por sí compleja mezcla anterior hay que agregarle que una película de Bond no sería lo mismo sin los siguientes elementos: una secuencia inicial espectacular e insólita; locaciones exóticas en varias ciudades alrededor del mundo; automóviles último modelo, de gran lujo, que son la envidia de cualquiera; una buena cantidad de gadgets para utilizar en las misiones; una chica sexy; una canción pegajosa y, sí, un protagonista que sea el típico man’s man, es decir, que tiene una personalidad atractiva no sólo para ellas, sino también para ellos.
Así han desfilado actores que, más allá del aspecto físico, han reflejado el ideal masculino de su época: Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton, Pierce Brosnan y Daniel Craig, cada uno de ellos con una personalidad diferente que ha mantenido vivo al 007 durante 53 años… y los que vengan.
La fórmula de Bond ha sido repetida hasta el cansancio, cierto. Pero… ¿qué sería del cine sin la presencia de uno de sus héroes más queridos y longevos? Por todo eso, James Bond es y seguirá siendo mucho más que un simple agente secreto…