La diferencia entre tener mayor conciencia o no se puede detectar en la forma en que enfrentamos y vivimos nuestra vida, dependiendo de la amplitud de conciencia personal que tengamos es que podremos estar más claros y pendientes de nuestros procesos individuales, así como de las transformaciones deseables y necesarias para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo.

 

Y es aquí donde desde mi punto de vista radica la posibilidad  del cambio emocional, mental, físico y energético del ser humano. Es decir, es en el trabajo de conciencia de nosotros mismos y de nuestro impacto en el medio ambiente donde radica la posibilidad de transformación y sanación personal, social y del mundo. Con esto me refiero al proceso personal de ampliar nuestra conciencia sobre quiénes somos, de darnos cuenta qué queremos y cómo queremos vivir en este mundo sumergido en una severa crisis (de lo que indudablemente hemos sido co-creadores).

 

Es aquí donde podemos hacer las transformaciones urgentes y necesarias para que nuestro mundo -que dicho sea de paso, es el único que tenemos- sea mejor, más vivible y viable para nosotros y las futuras generaciones. El trabajo de conciencia, sin duda, es un trabajo personal. Si cada uno de nosotros hacemos lo que nos corresponde y ponemos nuestro granito de arena para lograr esta transformación que es urgente y necesaria, seguramente lo lograremos.

 

Si la mayoría trabajamos al unísono con el objetivo de ampliar la conciencia de cuidarnos y cuidar nuestro ambiente, el esfuerzo energético se multiplicará, pues todos somos uno, parte del mismo universo y de la misma conciencia universal. Es aquí donde podemos empezar, con nosotros mismos, en nuestra casa, con nuestra familia y buscando contagiar a todos aquellos con los que tengamos contacto y posibilidad de influenciar positivamente, en pro de un mundo futuro mejor.

 

La única salida real que tenemos como la especie que más efectos ha tenido en el mundo, debido al “desarrollo económico y tecnológico” en pro del bienestar de la raza humana (aunque el bienestar y el desarrollo sólo sea el privilegio de una minoría) es trabajar en conjunto en hacernos conscientes y responsables de que cada acto y omisión personal tiene un efecto en el mundo. Esto es, asumir que hasta los pensamientos (negativos y positivos) son generadores de energía que, para bien o para mal, afectan a nuestro mundo.

 

Por lo tanto, hay que trabajar cada uno de nosotros por estar mejor interiormente, para tener mayor optimismo interno, procurar ser personas que se amen a sí mismas y a su medio y que no tengan miedo al cambio asertivo y a la evolución personal  humana.

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