Ninguna excusa salvará a Louis van Gaal de este, uno de los peores desastres en la historia de la Liga de Campeones de Europa. Ni la plaga de lesiones, ni las circunstancias, ni las decisiones arbitrales.
La innegable realidad es que el Manchester United no ha superado todavía la compleja transición post Sir Alex Ferguson. Un plantel con semejante presupuesto no puede quedar fuera de los Octavos de Final en un grupo tan accesible como el que los red devils tenían: PSV Eindhoven, Wolfsburgo y CSKA de Moscú poseen conjuntamente nóminas y perspectivas económicas inferiores a las que presume el gigante inglés.
Por supuesto que pesa no contar con nombres como Wayne Rooney, Luke Shaw y Ander Herrera, pero con lo que el United ha gastado y tenía disponible, debió haber resuelto su pase a la segunda ronda incluso varias semanas atrás, como sí lo hicieron equipos de su nivel como Real Madrid, Bayern, Juventus, Manchester City o Barcelona.
Un desastre europeo del que no se liberará fácilmente un Van Gaal que quiere mantener su discurso de suficiencia y petulancia, cuando los resultados no son ni remotamente lo que se esperaba bajo su timón. En su primera temporada finalizaron a 17 puntos del campeón Chelsea y no trascendieron ni en Copa FA ni en Copa de la Liga.
A su segundo intento es recurrentemente criticado por el poco frontal juego que ofrece (demasiado toque sin sentido de profundidad o creación) y ahora queda tan pronto fuera de la Champions League.
No sólo representa el mayor de los fracasos de la presente Liga de Campeones, sino uno de los más notables en la historia reciente de esta competición. Su consuelo, tras sumar apenas ocho de 18 puntos posibles, será disputar la Europa League, hecha para conjuntos más humildes, consolación que a nadie en Manchester llenará.
Dimensionemos lo que han costado los refuerzos de este United: Anthony Martial llegó por una cifra entre los 50 y 70 millones de dólares; Memphis Depay implicó algo más de 30 millones; Juan Mata más de 50 millones; Ander Herrera unos 37 millones; Luke Shaw y Marouane Felliani cada uno en torno a los 45 millones; Morgan Schneiderlin cerca de 40 millones. A eso añadir la experiencia de alguien de la dimensión de Bastian Schweinsteiger. Simplemente, inentendible, y entre más se entretenga Van Gall protestando un gol bien anulado ante el Wolfsburgo más cerrado estará ante esa realidad: que su gestión en Old Trafford está siendo en específico deficiente, que en su terquedad por imponer un sello tiene un colectivo de futbolistas por debajo de su nivel, que esto no parece el plantel en el que se ha invertido más en la historia.
¿La sombra de Ferguson? Posiblemente, pero también que los dos técnicos que le han seguido cayeron víctimas de sí mismos: David Moyes que nunca estuvo apto para ese cargo y Van Gaal que no quiere ver la lamentable realidad red devil.