Pocos se enteraron que, durante las pasadas elecciones federales del 7 de junio, el Instituto Nacional Electoral (INE) realizó un ejercicio muy edificante con niños y jóvenes mexicanos. Se trató de la Consulta Infantil y Juvenil 2015, hecha para vigorizar su “derecho a participar y a expresar su opinión”, y de paso, fortalecer la cultura cívica y democrática a futuro.

 

Estas consultas se realizan cada elección federal desde 1997. En aquel año, el tema fue “La Democracia y los Derechos de los Niños”. En este México post Ayotzinapa, el tema fue –previsiblemente– “Por un México con justicia y paz, tu opinión cuenta”. Según el propio INE, se consultó a tres rangos de edad: 6 a 9, 10 a 13 y 14 a 17 años –también se contó con boletas especiales para niños menores de seis años o con alguna discapacidad–, y se instalaron 13 mil 621 casillas en espacios públicos, así como mil 895 casillas ambulantes en días subsiguientes. En total, participaron casi tres millones de niños y jóvenes, es decir, 660 mil más que en 2012. El INE ha reiterado que lo posterior “será socializar los resultados con diversas instituciones y tomadores de decisiones, a efecto de que se tomen en cuenta (…) en la definición de políticas y programas a favor de la infancia”.

 

Varios resultados no sorprenden, pero otros dicen mucho. De los consultados de 6 a 9 años, por ejemplo, 75.4% no se siente seguro en la calle. Y al momento de completar la afirmación “Para convivir mejor me comprometo a…”, las dos opciones más elegidas fueron “Cumplir las reglas” y “Respetar a otras niñas y niños”, con 75.7% y 64.0%, respectivamente. Del grupo de 10 a 13 años, 28.5% no confía en un policía y 19.5% sufre o ha sufrido violencia emocional –bullying, humillaciones, etcétera– en su escuela. Del grupo de 14 a 17 años, 58.4% piensa que México no mejorará en los próximos años, y a 31.3% le han ofrecido drogas a ellos o a sus amigos. Además, sólo 4.9% confía en los partidos políticos y el 5.2% en los gobernantes.

 

Abordar a los mexicanos que apenas están desarrollando una conciencia de lo público y de la política es una tarea que debe de pasar de la consulta a la acción verificable. El INE debería hacer pública la “socialización” de los resultados con los entes gubernamentales, para que la ciudadanía pueda saber el alcance de estas consultas. Por otro lado, el fortalecimiento cívico que dan estos ejercicios es muy valioso y debe extenderse a otras áreas. Por ejemplo, en México, el sistema de “presidente de la clase” es algo que vendría bien institucionalizar en las primarias. Este modelo, afianzado en Estados Unidos, permite que un estudiante sea electo por el voto de sus compañeros para hacer las funciones de representante en ciertas actividades, fomentando la participación del alumnado en el interés común.

 

Democracia que no es hábito, no es tal, y la mexicana, que tiene menos de dos décadas de nacida, requiere todo el soporte para ir madurando. Según Octavio Paz, “la libertad no necesita alas, lo que necesita es echar raíces”. Para este caso, sólo cambien “libertad” por “democracia”.

 

*Una amable sugerencia: Trabajo como asesor en la Cámara de Diputados (San Lázaro). Hace semanas me percaté que parte del personal de intendencia almuerza sentado en las escaleras de los distintos edificios. He preguntado a varios de estos empleados si tienen un espacio en dónde consumir sus alimentos. Todos me han dicho que existe un comedor, pero que no caben –incluso repartidos en grupos con distintos horarios de comida–. Sería bueno que la Cámara de Diputados viera el tema. El personal de intendencia merece un espacio adecuado para comer, y las escaleras deben estar libres en caso de un imprevisto –temblor, incendio u otro–. El buen juez por su casa empieza.