NUEVA YORK. El joven y prometedor bróker del sector farmacéutico de Estados Unidos, Martin Shkreli, ha sido sustituido hoy al frente de su imperio tras ser acusado de conducir una estafa piramidal en la que captó inversores para financiar sus fondos en quiebra y haberse convertido en un villano de Wall Street.
A Shkreli, de origen humilde y solo 32 años, le venía persiguiendo la lupa del FBI desde el mes de septiembre, cuando se convirtió en uno los hombres más odiados de EU tras comprar la licencia de un fármaco para el tratamiento de pacientes con Sida, el Daraprim, y encarecerlo un 5,000%.
Así, las pastillas para la toxoplasmosis vendidas por su compañía, Turing Pharmaceuticals, pasaron de costar alrededor de 15 a 750 dólares.
Al hasta hoy consejero delegado del gigante farmacéutico le llovieron las críticas en los medios tradicionales y, especialmente, a través de un canal más propio de su generación: las redes sociales.
Pese a ello, no se sabe aún si por estrategia legal o por la inconsciencia de su juventud, Shkreli no ha dejado de aparecer en la televisión, especialmente, en el canal financiero CNBC, donde defendió en su día la subida del precio del medicamento.
La última imagen pública de Shkreli poco deja ver que se trata de un magnate de Wall Street.
Sin traje ni camisa, el empresario salía de los juzgados este jueves con una sudadera con capucha más propia de un cantante de rap, con su melena despeinada, aunque con una actitud tranquila y sin bajar la mirada.
Criado en un vecindario de clase trabajadora en Brooklyn, es hijo de inmigrantes albaneses y croatas.
Destacó en la escuela, donde saltó varios cursos, y se graduó en Administración en el Baruch College de Nueva York antes de ser becario, con solo 17 años, en el despacho de gestión de fondos de alto riesgo Cramer Berkowitz & Co.
Con 25 años creó la antesala de Turing, MSMB Capital Management, y tres años más tarde la firma de biotecnología Retrophin, con el propósito de concentrarse en medicamentos para enfermedades raras.
De esta última fue destituido como director en 2014 tras acusaciones de que había manejado acuerdos legales de manera inapropiada, acusaciones que en su día el protagonista negó a The New York Times.
En febrero de este mismo año había creado Turing Pharmaceuticals, que dirige desde hoy de manera interina Ron Tilles, quien también ejerce como presidente del consejo de administración.
Según el fiscal federal de la corte de Brooklyn que lleva el caso, Robert Capers, “esencialmente Shkreli dirigió Retrophin como si la compañía fuera un esquema Ponzi” para crear “su propia hucha personal”.
Según sostiene el ministerio público, Shkreli está acusado de fraude de valores y conspiración tras haber desviado incorrectamente millones de dólares en efectivo y acciones de la compañía a través de acuerdos falsos de consultoría.
Esos fondos servirían además para satisfacer las demandas de los inversores en fondos de cobertura a los que Shkreli presuntamente estafaba.
En la cuenta de Twitter de Shkreli, la misma desde la que defendió su subida del precio del medicamento para el sida ante los críticos y desde donde dio explicaciones más tarde para dar marcha atrás, el joven ha agradecido los mensajes de ánimo recibidos.
“Contento ya de estar en casa”, es su último mensaje publicado en la red social tras permanecer apenas una hora detenido antes de ser puesto este jueves en libertad condicional bajo fianza.
De la vida privada de Shkreli poco ha trascendido, aunque sí de algunas de sus excentricidades.
Hace solo una semana la prensa local se hizo eco de su compra en una subasta de la única copia del sencillo del grupo de hip hop Wutang Clan, por la que pagó dos millones de dólares, pese a declarar poco después no tener “planes” de escucharlo pronto. DM