Al año se producen un poco más de 8 millones de armas ligeras y morteros en el mundo, y 100 compañías representan el 75% de la producción. La exportación de armamento esta concentrada en Rusia, los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido. Sin embargo, en los últimos años, países como Ucrania, China, Uzbekistán, Brasil e Israel han aumentado su presencia en el mercado, produciendo armas más baratas y ligeras. Un ejemplo es Taurus, una empresa brasileña que manufactura pistolas y rifles de asalto. Esta compañía lleva 60 años en el mercado, pero en los últimos 15 ha tenido un crecimiento exponencial debido a su capacidad para poder desarrollar un revolver con un costo inferior a los 250 USD y pistolas ligeras a un precio similar. Esta ventaja le ha permitido entrar a mercados de los países subdesarrollados donde los presupuestos de los cuerpos de policía son menores.
El mercado legal de armas ligeras está valuado en más de 400 mil millones de USD al año y la venta de segunda mano del armamento se estima que puede valer por lo menos la mitad, ya que hay una renovación constante de armamento que no es destruido y pero aún no se registra. A esto habría que sumar el mercado ilegal y la facilidad para traficar armas a las distintas guerras, siempre y cuando se cuente con los recursos.
Las armas son un insumo relevante para el crimen organizado, y a pesar de que estas se producen en países occidentales, vemos que las bandas de crimen transnacional más grandes y peligrosas no provienen de estos países, e inclusive las muertes por arma tampoco se concentran en los países productores de armamento. Cada día mueren cerca de 900 personas en un crimen cometido por un arma de fuego; de estos, en promedio 32 son en México (el 3.5%).
¿A qué se debe esto? La respuesta es sencilla, las policías y procuradores tienen la capacidad para resolver estos crímenes, ya que cuentan con laboratorios de balística, con registros de las armas que se venden en sus países y un control muy estricto sobre el armamento de la policía y sus fuerzas armadas. Por eso no hay grandes traficantes de armas que hacen negocio en los países occidentales.
La impunidad, falta de capacidad de los estados y corrupción de productores de armamento es lo que mantiene el negocio de los traficantes de armas. En los últimos años hemos visto como han caído narcotraficantes, traficantes de personas, mafias dedicadas al tráfico de órganos y terroristas, pero se ha puesto poco énfasis en los traficantes de armas.
Este es un tema vital para combatir el crimen organizado y como hemos dicho aquí en reiteradas ocasiones, sólo con la cooperación entre los países es que se podrán desarticular estas redes. La Sexta Cumbre de las Américas es un contraste entre la cooperación y el reclamo político que no crea acuerdos. Mientras Colombia ha privilegiado la cooperación, vemos cómo la semana pasada se dictó sentencia contra Viktor Bout, uno de los principales proveedores de armas en conflictos armados y que estuvo a punto de vender armamento a las FARC. Desde hace dos años las FARC, han perdido su capacidad de fuego debido a este incidente ya que se incremento el riesgo de ser un proveedor en la región. Esto no ha terminado el conflicto con las FARC, pero sí las ha debilitado.
Por otro lado, en México no hemos detenido a ningún traficante de armas, las fronteras siguen siendo igual de porosas y nuestra respuesta ha sido la de armar un espectacular en la frontera que dice “No More Guns”. Con estas iniciativas, no podremos aspirar a convocar de manera creíble ninguna iniciativa que termine con el crimen transnacional en el país. Pero mientras, seguiremos guardando expedientes incompletos de los asesinatos que ocurren en el país, porque no sabemos de qué arma provienen los disparos.
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