Durante más de dos semanas, la sociedad entera se ha mantenido ocupada con la recaptura de Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como El Chapo, enemigo público número uno de México y de varios funcionarios.

 

Se ha visto, oído y escrito tanto de ese personaje, que podría hacerse un “culebrón” de varios capítulos: El Chapo contra la extradición a Estados Unidos; El Chapo contra la clase política mexicana; El Chapo contra los empresarios de la élite, en riesgo de que la venganza del delincuente los alcance; El Chapo,  y sus intentos de financiar empresas tequileras, o como inversionista en la industria petrolera; El Chapo, enamorado de Teresa Mendoza… En fin, la serie podría constar de tantos capítulos y varias temporadas como Homeland, Breaking Bad, House of Cards, por sólo mencionar algunas de las más taquilleras.

 

Pero ¡Ya “chole” con El Chapo!, exclama buena parte de esa sociedad que ya está harta de tantas notas del narcotraficante. ¿Acaso no existen muchos temas en la agenda pública tanto o más importantes que la fuga del Houdini sinaloense?, preguntan algunos. Por supuesto que sí... ahí está el inimaginable derrumbe de los precios del petróleo; la cotización del peso frente al dólar, que se acerca peligrosamente a los 20 por uno; los más de 25 mil millones de dólares de las reservas que se han “inyectado” al mercado para defender a nuestra moneda y que parecen haberse ido por la coladera. Las advertencias del gobernador del Banco de México de que “lo peor está por venir”, cuando China anuncie que su economía crece por debajo de lo estimado… y otras cosas horribles, horribles.

 

¡Pero tal parece que esos asuntos son mucho menos rentables para atraer la atención del público!, exclaman algunos observadores. Así que seguiremos siendo televidentes, radioescuchas y lectores cautivos de la vida y milagros de Joaquín El Chapo Guzmán. Y está claro que también seguiremos atrapados -así sea como meros espectadores-, de la gigantesca red de intereses económicos, políticos y sociales que rodean a ese repugnante amo y señor del desquiciado México contemporáneo.

 

¡Pues ya qué!

 

Agenda Previa

 

El tema de la reforma política para el Distrito Federal y la visita del papa Francisco a México tienen realmente atareados a Miguel Ángel Mancera y a su secretario particular, Luis Serna. Y no es para menos, pues ambos acontecimientos son trascendentes.

 

En el primer caso, de los 31 estados de la República, 23 ya dieron su respaldo a la reforma política del Distrito Federal, la cual otorgará a éste su autonomía y con ello el "estatuto de capitalidad". Con dicha reforma se busca mayor participación ciudadana en supervisión de acciones de delegaciones políticas, creación de una Constitución Política local y que la Ciudad de México tenga mayor autonomía en su régimen interior. “Lo que la gente está pidiendo es que haya definición jurídica en la Ciudad de México con mayor autonomía, y eso sólo lo da la reforma”, afirmó Miguel Ángel Mancera.

 

En cuanto a la visita de Su Santidad, que estará en la Ciudad de México prácticamente cuatro días (del viernes 12 al lunes 15 de febrero), Mancera ha dicho que lo más importante es “garantizar su seguridad, por lo que se está trabajando conjuntamente con el Estado Mayor Presidencial. El objetivo y la logística es que el Papa pueda estar lo más cercano a la gente en todos y cada uno de sus recorridos por esta ciudad”. ¡Que así sea!

 

Grata impresión causó la ex diputada federal del Partido del Trabajo, Lilia Aguilar Gil, en el "Foro Harvard", el evento político y académico más importante de ese centro educativo, que acaba de celebrarse en días pasados. En la mesa "Paz y Seguridad", tuvo una destacada participación en la que planteó que la delincuencia tiene que combatirse desde la educación, en las escuelas. Dejó tan buena impresión que fue invitada por la ONU -coorganizadora del evento en Harvard- para participar en otros encuentros académicos de talla internacional, dada su experiencia en México y en particular en Chihuahua.

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