Los panistas armaron tal show ante “La mesa de la verdad”, que al final el tiro les salió por la culata.

 

Sus simpatizantes (algunos con aliento alcohólico) impidieron el diálogo –gritaron, insultaron, jalonearon a los priistas- por más que el periodista Javier Solórzano los llamó a la calma. Y claro, el debate que apenas iniciaba tuvo que suspenderse y aplazarse para mañana en un lugar con mejores condiciones.

 

Pedro Joaquín Coldwell, Luis Videgaray, Miguel Osorio Chong, Gerardo Ruiz Esparza, Eduardo Sánchez y Pablo Escudero aceptaron incursionar hasta la carpa panista situada en el inacabado “Puente de Vigas”, donde el líder panista –subido en una silla- les dio la bienvenida y preguntaba “¿dónde está Pedro Joaquín…?, déjenlo pasar.

 

Y sí, allá venía subiendo el líder priista entre cartelones que rezaban “La prole no olvida. No cumples”, o esta otra que invitaba “Pítale a prinocho”, en la que aparecía el rostro de Enrique Peña Nieto con una gran nariz. Era aún el momento de euforia panista en el que se frotaban las manos el propio Madero, Roberto Gil, Juan Molinar Horcasitas, Ricardo Anaya.

 

Comenzó el debate. Videgaray pidió: “El ofrecimiento se mantiene, revisemos obra por obra, hagámoslo en las mejores condiciones… El PRI les propone que discutamos una por una de las obras”

 

“Sólo pedimos que fuera aquí…, es una aceptación tácita de que éste es el lugar del compromiso. Nuestras pruebas son contundentes. Que sea el compromiso 127 el que determine cuál es la posición de cada uno en esta contienda”, reviró Gil.

 

Los priistas se miraron. Solórzano intentó conducir el debate. Dio la palabra a Ruiz Esparza: “Este es un distribuidor, no un puente…”, alegó. Ahí comenzó la gritería de los allegados al PAN que rodeaban la mesa. “Esta obra se convino con el DF en otro momento, no en la campaña de Peña…y claro que tiene que hacerse la obra!, pero no es parte de los compromisos. El nuestro lo tenemos corrtoborado con notario y está ahí abajo”, agregaría, pero la gritería de la gente le impedía seguir.

 

“¡Vaya tomadura de pelo!”, soltó entonces el panista Ricardo Anaya, “y que no nos vengan a hablar de notarios si Peña le dio notarías a sus amigos, a la ex procuradora…”

 

Ramírez Marín respondió a su vez: “todos los notarios son nombrados por los gobernadores…, no quieran convertir la campaña en una confrontación…”

 

Para entonces ya se habían caldeado los ánimos. Ruíz Esparza se levantó y al tratar de reiterarse lo insultaron y lo jalonearon. Solórzano intervino. “Esto está muy pasional, no hay condiciones…”

 

Y la mesa se levantó. Los priistas abandonaron el lugar y se atrincheraron en su carpa, catorce metros abajo, entornados por sus propios simpatizantes que, por lo visto, siguieron las instrucciones al pie de la letra: bien sentaditos, nada de gritos, ni de agresiones y evitando las provocaciones.

 

Con todos los representantes priistas sentados ante la mesa, Ruiz Esparza dijo: “Con premeditación, alevosía y ventaja nos llevaron a un lugar para agredirnos…”. Videgaray siguió: “Es la hora que podemos contrastar la forma de hacer política. Si hubieran venido aquí se les hubiera tratado con cortesía y altura de miras, pero esto es lo que se perdió con el PAN…Y esto es lo que queremos cambiar: ¡nunca más por la vía de la violencia!”

 

Pedro Joaquín concluyó: “Ustedes vieron y escucharon lo que pasó. Lamentablemente es el partido que está en el poder. No saben gobernar…, no son un partido civilizado…, mandaron a la gente a provocar y a insultar.”

 

Lo sucedido durante los 35 minutos anteriores avalaba sus palabras. Los panistas iban con tantas ganas de ridiculizar a los priistas que se les pasó la mano, no controlaron a los suyos y el tiro les salió por la culata.

 

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