Para la directora de la empresa de investigación de mercados y opinión pública Demotecnia, María de las Heras, el cliente más exigente para el que ha trabajado ha sido su esposo, el diputado priista César Augusto Santiago.
En entrevista, De las Heras advierte que el reto más importante que tienen los encuestadores en vísperas del próximo proceso electoral es la inseguridad que se vive en el país, ya que “hay zonas enteras” donde ni siquiera pueden entrar a trabajar.
María de las Heras tiene más de 20 años realizando encuestas en todo el país, Centroamérica, Estados Unidos y España. Actualmente, sus estudios son publicados en 24 HORAS y en el periódico español El País. Ha publicado dos libros, Uso y abuso de las encuestas y Por quién vamos a votar y por qué.
Es creadora del Modelo de Análisis Estables, Cambiantes e Indiferentes diseñado especialmente para el caso de México. Fue la primera encuestadora en vaticinar el triunfo de Vicente Fox en el año 2000. Después, adelantó, mediante su estrategia metodológica el triunfo del candidato español José Luis Rodríguez Zapatero, entre otros casos.
—¿Se considera la mejor encuestadora de México?
—En México, cada vez hay más y mejores encuestadores. También se han sumado a la lista muchos simuladores. Quizá lo que puedo mostrar como ventaja es que soy la primera en este país que empezó a trabajar encuestas para el diseño de estrategias electorales. Tengo 20 años estudiando a la opinión pública mexicana. Pude adaptar las formas de investigación de otras latitudes a la cultura, historia e idiosincracia de México logrando con ello un modelo de investigación que me permite analizar las encuestas desde una perspectiva más apegada a nuestra realidad. Además, en estos 20 años hemos aprendido de nuestros errores, hemos perfeccionado nuestros métodos; y eso, es algo que solamente lo puede dar la experiencia.
—Su esposo, César Augusto Santiago, es un reconocido militante del PRI. ¿Eso ha sido un problema para su trabajo?
—Nunca he negado, de hecho yo misma lo resalté en los dos libros que he publicado, que mi trabajo como encuestadora se inició cuando el fallecido Luis Donaldo Colosio era presidente nacional del PRI y su secretario de elecciones era precisamente el que hoy es mi marido. César Augusto ha sido, sin duda alguna, el cliente más exigente para el que me ha tocado trabajar. Con él aprendí lo que significaba un proceso electoral, y sus exigencias me obligaron a perfeccionar mis métodos de investigación para poderlos aplicar en una realidad tan compleja como una contienda electoral.
Lejos de ser un problema, César ha sido una de las personas de las que más he aprendido y cuyas enseñanzas más me han motivado a seguir perfeccionando mis investigaciones. Mis detractores, al no encontrar ningún pretexto, ni en el método ni en los resultados de mi trabajo, sólo les queda tratar de agredirme aludiendo al lazo que me une con César Augusto y con ello no sólo me siento agraviada, sino realmente muy complacida.
—¿Es usted un manojo de contradicciones como dicen sus críticos?
—La opinión pública es un manojo de contradicciones y yo simplemente me encargo de medirla e interpretarla. Sólo los que no entienden cómo funcionan los públicos pueden esperar que sus opiniones sean siempre coherentes y constantes.
—¿Ha trabajado para todos los partidos?
—He tenido la fortuna de trabajar para prácticamente todos los partidos, los que aún conservan su registro y algunos que ya no están. Pero no he trabajado para el PAN.
—¿Ha tenido presiones por parte de sus clientes para cambiar los resultados de sus encuestas?
—Mis clientes saben perfectamente que nunca me prestaría a modificar un dato en una encuesta. He dejado siempre lo suficientemente claro el respeto que tengo por los públicos y sus opiniones, que quienes me contratan, ni siquiera se atreven a insinuar que viole la confianza que depositan en mis encuestas al amablemente contestarlas.
—¿Las encuestas se volvieron un espectáculo mediático?
—Desgraciadamente sí y eso empieza desde que el legislador decidió que en la ley electoral el control de las encuestas debía estar en el mismo capítulo que la propaganda. Hay muchos seudo encuestadores que se prestan al juego de los medios. ¡De verdad, es una lástima!
—¿Las encuestas en épocas electorales se hacen a modo?
—No dudo que haya quien se preste a publicar datos hechos a modo, pero no hace falta eso para hacer una encuesta, simplemente se ponen los datos que se quieren ver en una gráfica y ya. Me parece absurdo el cliente que paga por una encuesta que sabe se hará a modo, también me parece ridículo que después de haberla pagado terminen por creerse los resultados que ellos mismos pidieron. Pero en fin, hay gente para todo.
—¿Las encuestas marcarán la ruta en las elecciones?
—De ninguna manera. A lo más que ocurre con las encuestas es que influyen en quienes apoyan logística o financieramente las campañas decidan apostar por la opción que les parece tiene más viabilidad y eso sólo se puede saber con una encuesta. También pueden tener cierta influencia en el sentido del voto cuando se trata de elecciones muy cerradas entre dos partidos, con un tercero lejano. Ahí quizá, es difícil probarlo, los que pensaban votar por la tercera opción deciden su voto en función de cuál de las dos que compiten no quieren que gane para votar por la otra.
—¿Cuál es el reto de los encuestadores en el proceso electoral?
—El reto más importante que tenemos los encuestadores este año es la inseguridad que estamos viviendo en el país. Hay zonas enteras donde ni siquiera podemos entrar a trabajar y otras en las sí entramos pero la gente está tan preocupada por su seguridad que no quieren participar. Creo que es obligación de los encuestadores denunciarlo una y otra vez y dejar de actuar como si no pasara nada.