CHIAPAS. Desde las seis de la mañana empezaré a cocinar para el Papa Francisco, a la una de la tarde se empezará a servir la comida, todo será puntual, afirma María del Socorro Arizmendi Esquivel, quien sumamente nerviosa dice: “Espero que por la emoción no vaya a soltar el plato cuando esté frente a él, y corra a abrazarlo y a darle un beso en la mano”.
Suelta una risa de nerviosismo y trata de expresar con las manos las palabras que no salen de su boca, cuando la voz se le quiebra -como dice ella misma- porque ya está a unas horas de que use la receta heredada de sus abuelas y preparada tantas veces, para en esta ocasión, “dar de comer nada más, ni nada menos que al representante de nuestro señor Jesucristo, es una gran responsabilidad y una alegría muy grande”.
Aprieta sus manos, las guarda entre sus piernas y vuelve a levantarlas cuando dice: “es un regalo de Dios que él me lo dio y yo lo acepto, aunque ha sido todo un reto, pues me ha dejado más de 20 madrugadas y noches de estar despierta y estar pensando en la comida de manera más detallada para que todo salga bien”.
Se levanta, va hasta una de las ollas que hierve en la cocina de la Casa Episcopal, donde ha cocinado por años para el obispo Felipe Arizmendi, levanta la tapa y el hervor que sale lo huele, y dice que aún le falta a esta sopa de verduras para que de buen sazón.
Me hubiera gustado estudiar cocina, comenta María del Socorro, pero en su pueblo ubicado atrás del Nevado de Toluca, en el Estado de México, no había carreteras, “ni economía para pagar estudios”.
Al tomar nuevamente asiento en la mesa, explica que el pollo, las piernas y los muslos, apenas los trajeron hoy, “el arroz ya lo tenía, es de muy buena calidad y las verduras al vapor que serán zanahoria, papa, calabaza y chayote, ya las tengo y empezaré a cocinar para que mañana esté lista la comida, no me gusta las apuraciones, es mejor hacer todo con tiempo”.
Afirma que cuando se empiece a servir la comida al Papa Francisco en la sala capitular de la Curia Diocesana, “no voy a poder hablar de la emoción, de la alegría, si espero besar su mano y darle un abrazo de bienvenida”.
Suelta la carcajada y dice: espero no soltar el plato, a la vez que recuerda cuando una prima y ella servían un plato de frutas a un obispo, y que le tiran el jugo del recipiente de las frutas, “y de las orejas que nos sacan del comedor”.
Desde muy pequeña empezó a cocinar con sus abuelas y su madre, a los 10 años ya hacia comidas a sacerdotes u obispos y de parte de “mis abuelos recibo muchas recetas, no las he registrado a mi nombre, pero son recetas de años que han pasado por generaciones y la que voy a preparar al Papa Francisco es muy mía, muchos me han dicho que les diga cómo prepararla”.
Si estoy nerviosa, reitera una y otra vez, aunque también muy emocionada y expresa que esta encomienda le fue dada a conocer hace más de un mes.
Del Vaticano le mandaron decir que los alimentos del papa serían un arroz blanco, carne a la plancha -ya fuera pollo, res o pescado- verduras y fruta, así como agua baja en sales que ellos mismos traen.
Pero “una vez vinieron varios representantes de Roma, yo les hice de comer, les preparé pollo de champiñones, una receta de la familia y les gustó; me dijeron que eso sí lo podría comer el santo Papa”.
La comida se servirá en una mesa ovalada para 11 personas y tendrá al centro un camino a la mesa y manteles con motivos indígenas, dentro de la sala capitular de la Curia.
La empiezo a preparar un día antes, el arroz lo hago con ajo y cebolla para darle sabor, pero en lugar de agua le pongo caldo de pollo que preparo un día antes y lo meto al refrigerador a la mañana siguiente, le quito la grasa y se la pongo al arroz.
-Todos me preguntan sobre la receta y solo a usted se la estoy diciendo, señala con una sonrisa, “bueno, he dicho que una vez que pase la comida del Papa Francisco diré cómo lo hice”.
-¿Y el pollo cómo lo va a preparar?
-Voy a usar pollo fresco, pierna, muslo y pechuga. Y lo voy a freír antes de guisarlo, ya después le agregaré ajo y cebolla, y la mitad de los champiñones los voy a moler.
-“Cuando se estén guisando le voy a poner la otra mitad de los champiñones en rebanadas con el jugo que traen”, y expresa que usará los que se venden en lata, ya que si usa los que se cosechan, el caldo se pone muy negro.
Guarda un minuto de silencio para escuchar la misa del Papa que en ese momento se transmite por la televisión y expone que no podrá estar en la misa que se llevará a cabo en el Centro Deportivo Municipal, “no se puede estar en la misa y en la procesión, voy a estar cocinando y lo voy a lamentar mucho”.
Al terminar la entrevista, se levanta de la silla, con paso lento va a revisar todo los productos que le han estado llevando para preparar los alimentos del Papa, los observa y revisa detalladamente, se vuelve a sentar con sus familiares que vinieron a esta visita histórica y se vuelve a levantar.
Como dice, está en el momentos más importante de su vida, “dar de comer al Papa Francisco”.