El ultraderechista Anders Behring Breivik, autor confeso de la matanza de 77 personas, reveló hoy que tenía previsto detonar tres carros bomba en la sede del gobierno, las oficinas del Partido Laborista y el Palacio Real de Noruega.

 

En la cuarta jornada de su juicio, Breivik declaró que también planeó matar a la ex primera ministra noruega, Gro Harlem Brundtland, quien realizó una visita a la isla de Utoya antes de la masacre del 22 de julio pasado.

 

Admitió que el ataque contra la isla de Utoya, escenario del campamento de las Juventudes Laboristas y donde cometió la matanza, era una posibilidad que manejaba en caso de no poder realizar los tres atentados con coche bomba.

 

Explicó que desde 2006 se preparó para realizar los ataques, entrenándose con videojuegos que veía hasta 17 horas por día, según reportes de la cadena británica BBC.

 

“Algunos sueñan en dar la vuelta al mundo en un velero, otros sueñan con jugar al golf. Yo soñaba con jugar a ‘World of Warcraft”, dijo el extremista ante el tribunal de Oslo.

 

Precisó que su plan inicial era colocar tres coches bomba en Oslo: dos con una tonelada de explosivos cada uno en el complejo gubernamental y la sede del Partido Laborista, y el otro -con la mitad de potencia- en el Ayuntamiento, el Parlamento o el Palacio Real.

 

El hipotético atentado contra el Palacio se produciría en ausencia de la familia real, ya que Breivik dijo ser “seguidor de la monarquía”, según la transcripción de su declaración difundida por medios digitales noruegos.

 

Indicó que en el caso de salir con vida, su idea era trasladarse en motocicleta desde el Palacio hasta Blitzhus, un centro okupa de Oslo, donde “ejecutaría a tantos okupas como fuera posible”, antes de seguir hasta la sede del diario “Dagsavisen” y hacer lo mismo.

 

Reveló que aunque al final lo descartó, también planeaba atacar las sedes de los diarios noruegos “Aftenposten” y “VG”, así como la televisión pública NRK.

 

Señaló que al no poder realizar los tres atentados con carro bomba decidió cometer la masacre en la isla de Utoya, pero que la finalidad era matar a todos los asistentes al campamento de las Juventudes Laboristas, que eran más de 500.

 

“Yo no soy un asesino de niños. Pienso que todos los activistas políticos que eligen luchar por el multiculturalismo y trabajan en una organización así son objetivos legítimos”, dijo Breivik, quien reiteró que volvería a cometer la matanza.