Será una nueva FIFA de nombres y apellidos, sólo eso, por el momento. Quienes esperan una revolución que modifique y limpie al organismo estarán tremendamente decepcionados.
Creo, y espero estar equivocado, que los que hoy aspiran a ocupar la muy sucia silla que dejó Joseph Blatter pertenecen a esa misma vieja guardia que incluye los tan criticados procedimientos, pero insisto, es sólo una creencia que espero, con el tiempo, quede sepultada bajo tierra.
En lo que estoy seguro es en el irritante sentimiento que produce ver el cinismo del ex mandamás suizo, quien después de que se le redujeran dos años de castigo (a razón de… no tengo la menor idea), declara que nada hubiera pasado de haberle otorgado el Mundial a Estados Unidos, sí, ese mismo que se le regaló sorpresivamente a Qatar.
No es necesario leer entre líneas. Su mensaje no es subliminal, ni mucho menos contiene altísima dosis de desvergüenza. Y es que resulta que los problemas de la FIFA nada tienen que ver con los altos niveles de corrupción, manejo indebido de dinero, tráfico de influencias y todas las cochinadas que han ido saliendo a la luz. No, eso no, para Blatter, lo verdaderamente grave fue no darle la Copa del Mundo a nuestro vecino país. Incluso, establece que de no ser por la intervención estadunidense, él hubiera podido terminar con su mandato de cuatro años.
En general deberíamos estar agradecidos por las acciones emprendidas desde las más altas cúpulas del gobierno estadunidense. Sólo un golpe de esa naturaleza sería capaz de agitar las más profundas y sucias aguas en las que se movía la clase política futbolera.
No podemos pedirle autocrítica, ya que no nos sirve de nada, pero sí un poco de vergüenza y respeto a un deporte al que el mismo ensució desde su posición. Si algo habría de salir de su boca, tendrían que ser palabras cargadas de valentía y sensatez, no convenencieras y con cero sustento.
Al que sí podemos pedirle es a Omar Bravo, capitán del Guadalajara y máximo anotador en la historia de la franquicia. De él nos hubiera gustado escuchar otra cosa que no fuera buscar, en el entorno, lo que fácilmente localiza al interior del equipo: una crisis, esa misma que dice “se vende” muy fácil por tratarse de un equipo tan popular como en el que participa.
No, francamente no hay que buscar culpables fuera. Los que han provocado este prolongadísimo malestar rojiblanco visten la misma camiseta que él, se cambian en el mismo vestidor y entrena todos los días con ellos. Sí, ellos, sus compañeros. Son ellos quienes han generado esta notoria, indiscutible, clara, rotunda, pesada, extendida y aguda… ¡crisis! Porque eso es lo que vive Chivas. Y no entremos en el ambiguo mundo de las perspectivas, sino de las definiciones.
Juguemos fácil y vemos si lo que atraviesa Chivas es o no una crisis.
Empecemos con algunas definiciones:
1.- Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o en una situación.
2.- Intensificación brusca de los síntomas de una enfermedad.
3.- Situación mala o difícil.
4.- Situación grave y decisiva que pone en peligro el desarrollo de un asunto o un proceso.
Enumeremos algunos sinónimos de la palabra “crisis”: dificultad, peligro, riesgo, trance, aprieto, compromiso, apuro, recesión, depresión, etcétera
Y por último unos cuantos antónimos: bienestar, permanencia, tranquilidad o auge.
Para todos los términos y definiciones encontraremos alguna similitud con lo que hoy vive Chivas. La Crisis está documentada, están los números, los cambios, los resultados, los porcentajes de efectividad. La crisis está en Chivas, no en los medios.
Si pasan por la Grada 24, ahí nos vemos el lunes.