LOS ÁNGELES. Ganadores del Oscar, que invirtieron entrega, dedicación y miles de dólares -algunos por años- para ganar la estatuilla, están impedidos legalmente de comercializarla.
Desde el año pasado la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas puso un nuevo y el más férreo candado legal que impide a que se repitan historias asombrosas de subastas.
Hace décadas se conoció de subastas de premios Oscar ganados por estrellas de Hollywood y que fueron vendidos por cientos de miles y millones de dólares.
Ahora con la restricción legal, si el ganador o sus herederos desean vender o subastar la estatuilla están obligados a ofrecerla primero a la academia.
En esta oferta la academia tendrá prioridad por comprarla por un máximo de diez dólares, ni un centavo más.
Y de no aceptar la oferta por haber firmado un convenio sobre el control de los derechos de la academia, el ofertante será llevado a la corte con todas las posibilidades de perder.
Asombra esta restricción y más cuando trofeos réplicas del Oscar de otros tamaños se venden en el bulevard Hollywood con leyendas de al mejor papá, mamá, hijo, abuela y novio y se ofrecen de 10 a 20 dólares.
Desde 1952 cada ganador del Oscar ha firmado un acuerdo que da derecho a la academia a los derechos de propiedad intelectual y comercial.
Un trofeo Oscar de “Lo que el viento se llevó”, de 1939, fue vendido en 1999 por un millón 540 mil dólares.
El Oscar de Mejor guión de 1941 por “El ciudadano Kane” fue vendido en 2012 por 588 mil dólares.
David Cooperfield compró el Oscar del director ganador del Oscar por Casablanca por una cifra no divulgada pero se habla de muchos ceros.
El cineasta Steven Spielberg, ganador de múltiples premios de la Academia en su propio derecho, compró tres Oscar para donarlos de nuevo a la academia.
En 1996, pagó 600 mil dólares por el Oscar de Clark Gable a mejor actor de 1934 por Sucedió una noche. También compró un par de Oscar adjudicados a Bette Davis por mejor actriz.
Por estos pagó 578 mil por la cinta de 1938 Jezabel y 180 mil por el premio otorgado por la película de 1935 Dangerous.
En 2007, herederos de Mary Pickford, la estrella del cine mudo llamada novia de América, intentaron subastar el Oscar a mejor actriz que gano Pickford en 1930 por el melodrama Coquette, pero se los impidió la academia.