El tráfico de drogas, armas o personas funciona con base en un modelo de negocios de logística. Se consolida la mercancía ilegal en un país, donde exista abundancia del producto y se cuente con un precio bajo. Esta es transportada a un país que administra los inventarios y en base a los precios registrados en los mercados de mayor valor y consumo distribuye la mercancía donde se desconsolida la carga.
De esta manera los grupos delictivos mexicanos adquieren la cocaína en Colombia, Perú, Ecuador y con intermediarios militares en Venezuela, juntan cerca de 10 a 15 toneladas y las transportan a México. Una vez en el país, la droga espera ser vendida en el mercado europeo, americano o en los mercados mexicanos que cada vez crecen más ante una falta de política de prevención del delito. Al analizar estos vectores de precios el crimen organizado distribuye la carga y recibe el dinero que se vuelve a entregar a México de manera consolidada.
Esta operación se realiza en un periodo de 45 a 60 días. Una cadena de producción muy eficiente ya que se obtienen retornos del 60% a 70%. Como se puede apreciar un jefe de operaciones de un cartel de drogas realiza las mismas labores que un vicepresidente en DHL o Federal Express, salvo que el integrante del crimen organizado no solo entrega la mercancía sino que también realiza gestiones de cobranza muy eficientes.
El tráfico de personas funciona similar, solamente que las personas generan una renta mensual que dura en promedio 3 años de explotación, y las armas generan un cargo adicional por la venta de municiones respectivo, que se transporta separado. Así un kilo de cocaína puede tener retornos de $12,000 USD, un mujer joven en el mercado de trata rentas de $3,000 USD al mes por 3 años, y una AK 47 puesta en México una utilidad de $1,500 USD por pieza.
La excelente plataforma logística de México, la falta de control y supervisión de las aduanas, y la falta de inversión en buques con capacidad de intercepción marítima permitió que en los últimos 10 años, los carteles de Sinaloa y los Zetas controlaran el precio de la cocaína a nivel internacional. Hoy en día, Culiacán y Nuevo Laredo son a la cocaína, lo que Roterdam al petróleo. Los sistemas de información que han construido los carteles mexicanos les permiten identificar riesgos en las rutas en menos de 24 Horas, así garantizan decomisos de acuerdo a su función de costos.
En 1999, el 55% de la cocaína ingresaba a Estados Unidos por la frontera con México, hoy lo hace el 90% y la el 56% de la cocaína que se vende en Europa pertenece a una organización delictiva mexicana. Después del 11 de septiembre de 2001, se reforzó el control migratorio y endureció el control en puertos de entrada y salida como Nuevo Laredo, a su vez se estableció una coordinación con países de Centroamérica para identificar el fenómeno de las Maras. Prueba de ello, fue que la presión de Estados Unidos sobre controles de frontera y migración fueron más fuertes a países como Canadá, el Reino Unido y Francia que México.
Durante la administración del presidente Calderón, la negligencia de los secretarios de Hacienda y el argumento de culpar a Estados Unidos sólo ha fortalecido la economía y poder de fuego de los carteles. Agustín Cartsens visitó por lo menos una vez la frontera con Guatemala y Belice donde presencio el traslado de mercancía y gente de manera ilegal y nunca pudo implementar un programa de protección a la frontera sur.
Ernesto Cordero sólo culpó al país vecino por la venta de armas, cuando el decomiso de estas en las aduanas de México son nulas. Cada vez que hay un homicidio en México, quiere decir que esas balas entraron por una aduana Mexicana o una parte porosa de la frontera. Cada vez que se encuentra armamento en México, sólo hay una declaración contra el gobierno americano, pero ninguna investigación para determinar quién fue el responsable de la entrada de ese armamento ya sea por omisión o corrupción. Ninguno de estos dos secretarios incrementó el presupuesto lo suficiente a la Marina Armada de México, para que el país pueda proteger el litoral y realizar labores de patrullaje e intercepción en el pacifico y caribe.
Esta desatención no sólo afecta a México, sino a toda la región. Centroamericanos masacrados, residentes del estado de Texas que se sienten amenazados por los carteles mexicanos y países como Canadá que ahora exigen una Visa para los ciudadanos mexicanos. El no proteger nuestras fronteras y no haber limpiado la corrupción en las aduanas nos esta convirtiendo no en un Estado fallido, pero si en uno indeseable en la comunidad internacional.