En medio de una de las mayores crisis económicas de Cuba, en los años ochenta, Nieve, una niña de 8 años, está en el gran dilema de elegir con quién de sus dos padres vivirá. Si bien los problemas económicos siempre causan una enorme carga en las personas adultas forzándolas muchas veces a tomar decisiones inadvertidas, obstáculos como éste en la infancia cobran una importancia mayor. De esto y más reflexiona Sergio Cabrera en su filme Todos se van.
Basada en una novela con el mismo nombre escrito por Wendy Guerra, el director conocido por La estrategia del caracol (1996), Ilona llega con la lluvia (1996) y Golpe de estadio (1998), lleva a la pantalla grande una historia de melancolía e inocencia.
La trama gira alrededor de Nieve, quien vive la lucha de sus padres por su custodia. Eva, la madre, es una artista que cree en la revolución sin censuras ni autoritarismo. Se ha vuelto a casar con Dan, un sueco que trabaja en la construcción de una planta nuclear. Manuel, el padre, es un dramaturgo que se sacrifica para escribir teatro en una zona inóspita de la isla, con el sueño de construir el nuevo hombre latinoamericano.
Entre la disputa de los padres se desemboca un juicio en el que el Estado interviene de manera arbitraria. Nieve, con su padre, vive situaciones extremas que la llevan a inventarse la manera de volver con su madre. El desencanto radicaliza al padre mientras Eva y Nieve tratan de salir del país tras la expulsión de Dan.