NUEVA YORK. La llamada “guerra contra las drogas” fue creada en la década de 1970 en Estados Unidos como un arma de control social contra jóvenes hippies y contra la comunidad negra en este país, aseveró un ex funcionario del gobierno de Richard Nixon.

 

En una entrevista publicada por la revista Harper’s, John Ehrlichman, quien fue jefe de la Política Interna durante el mandato de Nixon y declaró por primera vez una “guerra contra las drogas”, afirmó que esa estrategia se lanzó para contener a “dos enemigos: la izquierda antiguerra y la gente negra”.

 

En la entrevista, apenas publicada, ofrecida en 1994 cuando el autor del texto de Harper’s, Dan Baum, escribía un libro de políticas sobre drogas, Ehrlichman explicó que como candidato y presidente Nixon ubicó a sus “enemigos”, y diviso una manera de mantenerlos bajo control.

 

“Sabíamos que no podríamos hacer ilegal protestar contra la guerra o ser negro, pero al hacer que el público asociara a los hippies con la mariguana y a los negros con la heroína, y al criminalizar a ambas cosas severamente, podríamos desbaratar comunidades”, afirmó.

 

Con la excusa de las drogas, precisó Ehrlichman, “podíamos arrestar a sus líderes, catear sus hogares, terminar con sus juntas y vilipendiarlos noche tras noche en los noticiarios nocturnos. ¿Sabíamos que mentíamos sobre las drogas? Claro que sí”.

 

Baum precisó que al momento de la entrevista, Ehrlichman era ya un funcionario en desprestigio que había purgado tiempo en prisión por el escándalo de Watergate que terminó con la presidencia de Nixon (1969-1974), y que tenía ya “poco que proteger”.

 

La revelación se suma a la evidencia aportada por analistas sobre los propósitos y efectos de la llamada guerra contra las drogas en Estados Unidos, entre la que destaca el influyente libro “El nuevo Jim Crow”, de la académica Michelle Alexander.

 

Alexander argumentó que la prohibición del consumo de drogas en Estados Unidos ha sido un arma para segregar y quitar los derechos a la población afroamericana del país.

 

Un afroamericano tiene tres veces más posibilidades de ser arrestado que un blanco en Estados Unidos por consumo de drogas, pese a que los dos grupos usan enervantes a niveles similares, de acuerdo con las estadísticas del propio gobierno federal.