La imaginación (y la ciencia y tecnología) contra la contaminación.
Ante la situación ambiental en el Valle de México, debería analizarse con seriedad el prototipo que desarrolla la Secretaría de Ciencia de la CDMX del Elevado Personalizado.
Es una alternativa para que la gente deje su auto en zonas estratégicas y evite la saturación en zonas como Polanco.
Garantiza que las dos personas que caben por cabina viajen sentadas, cómodas, incluso con ventilación. Irían en cable, por lo que librarían el tráfico.
También se garantiza rapidez en el traslado, pues el flujo de las cabinas no se detiene cuando alguien va a bajar, ya que cuenta con un sistema para que cada compartimiento de dos personas salga a las estaciones de ascenso y descenso o vuelva a circular sin interrumpir el avance.
Conocí una propuesta de ruta que en su tiempo se presentó al ex jefe Delegacional en Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo.
La propuesta de ruta que se le presentó cubría de Santa Fe a Polanco. Con la finalidad de que la gente deje el auto en un estacionamiento y llegue, a una zona con problemas de tráfico, y de estacionamiento, por aire y sentada en un transporte no contaminante.
Para desarrollar el prototipo se han invertido casi 40 millones de pesos.
¿Por qué no deciden implementarlo? Es tecnología 100% mexicana. Y según los estudios que ha realizado la SECITI serían transportadas 23 millones de personas al año.
Deberían aprovechar los 40 millones de pesos invertidos.
Ojalá y las autoridades ambientales, locales –y por qué no, también las federales--- ya hayan acudido a ver el prototipo y no se enteren sólo por los medios y mediante tarjetas informativas de ese proyecto que puede tener un impacto positivo en la CDMX, porque eso hablaría muy mal de ellos.
El dato
A propósito de investigaciones para combatir la contaminación:
¿Qué pasó con el diagnóstico sobre cómo los topes incrementan la polución?
¿No que iba a haber un programa de sustitución de topes por reductores de velocidad?
En la Ciudad de México se replica el modelo del país. Las inversiones en ciencia no son impulsadas por las autoridades responsables de aplicar los proyectos, y se quedan en el archivo.