Seguramente el gobierno mexicano nunca se imaginó el “alacrán que se iba a echar al pecho” cuando nuestro embajador en la OEA, Emilio Rabasa, sugirió crear un grupito de supuestos expertos para tratar de limpiar la imagen de nuestro país por el caso Ayotzinapa, y recomendó a Emilio Álvarez Icaza, secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que lo dirigiera, con cargo al erario nacional, claro.

 

En principio, la estrategia parecía buena. Sin embargo, una vez que la CIDH consiguió el mandato, Álvarez Icaza quiso aprovechar la oportunidad para darle rienda suelta a resentimientos porque no le quisieron dar la presidencia de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México. Junto con los integrantes del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes se dedicó a montar bonitos espectáculos, en donde el único fin era hablar mal de nuestro país.

 

La semana pasada ocurrió un hecho bochornoso en una audiencia de la CIDH celebrada en Washington, cuando uno de los consejeritos de dicha comisión casi se agarra de las mechas con el subsecretario para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Miguel Ruiz Cabañas, cuando éste le reclamó que el más reciente informe de la CIDH sobre la situación de los derechos humanos en México estaba sesgado. Al consejerito de la comisión, Enrique Gil Botero, no le gustó y calificó al gobierno mexicano de padecer “esquizofrenia” porque no aceptó el susodicho informe. “No estamos de acuerdo con el diagnóstico, porque no es el Estado mexicano el causante de la violencia; son las organizaciones criminales. El Estado Mexicano ha debido reaccionar haciendo uso de los recursos que tiene a su disposición”, respondió Ruiz Cabañas.

 

Ya encarrerados, los de la CIDH acusaron al gobierno mexicano de orquestar una campaña de desprestigio contra el grupito de inexpertos que investigó el caso de los 43 estudiantes desaparecidos, y de su secretario ejecutivo Emilio Álvarez Icaza (a quien un particular acusó de fraude de 2 millones de dólares).

 

¡Qué poca!, ¿no?

 

Con este panorama, qué bueno que el vocero de la Presidencia, Eduardo Sánchez, anunció que no se extenderá el mandato al GIEI para el caso Ayotzinapa.

 

Agenda previa

 

El presidente Enrique Peña Nieto hizo un reconocimiento público a las autoridades que integran la Comisión Ambiental de la Megalópolis por tomar decisiones “difíciles, pero necesarias” ante los elevados índices de contaminación. “Son medidas que modifican la normalidad de las actividades de millones de habitantes y que inevitablemente generan molestias”, pero van encaminadas a proteger la salud de más de 20 millones de personas, subrayó.

 

¡Vaya espaldarazo a Miguel Mancera, a quien injustamente todos culpan!

 

Dicen los que dicen que saben, que para enfrentar la contaminación, lo que requiere esta ciudad son medidas de fondo, por ejemplo fortalecer el sistema de transporte eléctrico como se hace en ciudades de países avanzados. ¡Y con qué ojos divino tuerto!, responden los observadores.  Para ello se requieren miles de millones de pesos que nadie tiene: ni el gobierno federal ni el de la city.

 

El ex embajador de México en EU, Miguel Basáñez, parece haber encontrado chamba. Podría ser el coordinador de campaña de Margarita Zavala, quien ha tomado muy en serio que puede ser candidata a la Presidencia por el PAN, o por cualquier otro partido. ¿Y por qué dicen eso?, preguntan los analistas políticos bisoños. Pues porque cada vez que podía se deshacía en elogios hacia la señora.

 

Hace un mes, en Londres, Basáñez dijo sobre Margarita: “Seguramente podría ser una buena candidata presidencial para el PAN y espero que el PAN la apoye. Ella ha dicho claramente que si el PAN no la apoya se presentará como candidata independiente. Y no creo que eso sería bueno para el PAN porque tiene una muy buena, fuerte presencia”. Lenta, como siempre ha sido para los asuntos de política, la señora Zavala apenas se enteró la semana pasada de los elogios, lo que agradeció. No faltan los malosos que dicen que esos elogios también contribuyeron para que “le dieran cuello” a Basáñez como embajador. ¿Será?

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