México vive la paradoja de la carencia y el desperdicio, pues mientras 7.4 millones de personas viven en pobreza extrema, una tercera parte de la producción alimentaria, equivalente a 88 millones de toneladas anuales, se va a la basura cuando aún es comestible.
Según el documento “Índice de desperdicios de alimentos en México”, elaborado por el Grupo Técnico de Desperdicio de Alimentos de la Cruzada Nacional contra el Hambre, estas pérdidas equivalen a 120 mil millones de pesos, dinero suficiente para alimentar a 12 millones de personas.
La cantidad de desperdicio es tan grande que no ha pasado desapercibido. Para el senador Luis Humberto González, la razón de tirar tanto alimento es de origen cultural: si la fruta o el empaque no está perfecto, va a la basura.
“Es cierto que existen mermas en la producción, pero aquí enfrentamos dos problemas: uno, el cambio en el gusto del mexicano. Es muy común que las empresas, los grandes corporativos, cuando el alimento no cuenta con la calidad estética, lo tiran”, dijo.
El desperdicio de alimentos no es exclusivo de México. La situación es tal que algunos países ya tomaron cartas en el asunto. Este año Francia aprobó una ley para obligar a las empresas a donar sus alimentos que estén por vencer su caducidad en lugar de tirarla; en Italia también se aprobó una ley contra este problema, pero en lugar de sancionar se busca incentivar fiscalmente a las empresas que hagan donaciones.
Siguiendo este modelo, el senador González presentó una iniciativa que mezcla las leyes francesa e italiana: dar incentivos fiscales a las empresas que donen los alimentos a organismos no gubernamentales o al DIF y castigar a aquellas que los tiren, en especial cuando se demuestre que la razón fue por especulación.
La propuesta se presentó a mediados de abril en el Senado y sigue sin discutirse porque se terminó el periodo ordinario con otros debates más urgentes como el Sistema Nacional Anticorrupción, explicó González.
Una de las organizaciones que saldría beneficiada con una ley de este tipo es Banco de Alimentos. Su director, Rubén Oliva, explicó que pese a los esfuerzos de la organización, sólo llegan a 1.1 millones de mexicanos al año, cuando el problema de la pobreza alimentaria es amplio.
“Acopiamos 112 mil toneladas de alimentos y ese alimento llegó a un millón 150 mil beneficiarios. El 32% de esta población atendida es infantil, 19% adolescentes, adultos 39% y adultos mayores 10%
El tipo de pobreza, de acuerdo a lo atendimos el año pasado, 47% es pobreza rural y 53% es pobreza urbana”, señaló.