DUBLÍN. Más de 30 mil personas cruzan cada día el río Liffey de Dublín por el Ha’penny Bridge, el puente peatonal más reconocible de la capital irlandesa, que celebra hoy 200 años de vida.
El Puente de Medio Penique, llamado así por el peaje que se cobraba para pasarlo hasta hace apenas un siglo, une en el norte de la ciudad la calle Liffey Street con el popular barrio del Temple Bar, frecuentado por turistas y locales por la fama de sus pubs, restaurantes y música tradicional irlandesa en directo.
El Ayuntamiento de Dublín ha querido celebrar hoy este aniversario con un paseo simbólico por el puente protagonizado por los descendientes del alcalde que ordenó su construcción y su diseñador, John Claudius Beresford y John Windsor, respectivamente.
“Es un gran privilegio recibir esta invitación y poder representar aquí a mi bisabuelo”, dijo David Windsor en un comunicado difundido por la corporación que dirige la alcaldesa Criona Ni Dhalaigh, del partido Sinn Féin, el antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA).
En su momento, recordó Windsor, el Ha’penny Bridge se convirtió en una obra arquitectónica de “vanguardia tecnológica” y en una declaración de intenciones respecto al deseo de los dublineses “de mirar hacia el futuro”.
“Estoy encantado de que la gente de Dublín y los visitantes le hayan hecho un hueco en sus corazones y de que la ciudad lo haya cuidado para que futuras generaciones lo usen y admiren”, agregó el bisnieto.
Durante dos siglos, el Ha’penny Bridge ha sobrevivido rebeliones armadas como la del Levantamiento de Pascua de 1916, que aceleró la independencia de Irlanda del Reino Unido, o la Guerra Civil, que siguió a la separación entre Dublín y Londres (1922-1923).
También mantuvo hasta 1999 su posición como el único puente peatonal de la capital, que tiene ahora 23 puntos de cruce sobre el río Liffey.
En sus primeros años de vida, apenas 450 personas pagaban cada día el medio penique de peaje que les evitaba usar alguno de los húmedos e incómodos transbordadores que operaban en la ciudad.
Antes de su construcción, los dublineses que querían cruzar el río en este lugar de Dublín no tenían más remedio que embarcarse en el ferry del concejal William Walsh, quien ya cobraba medio penique por el transporte.
Su servicio partía en una orilla de un muelle situado cerca de donde se erige ahora el Ha’penny Bridge, una lanzadera popularmente conocida como Bagnio Slip, que se supone era el nombre de un burdel de la zona.
Al perder el transbordador, el Ayuntamiento compensó a Walsh con tres mil libras y la concesión de la explotación del puente por 100 años, periodo durante el que tuvo diferentes nombres.
Entre otros, se le bautizó como el Metal, el Triángulo, el Puente de Hierro o el Puente de Wellington, en referencia al político y general británico Arthur Wellesley, primer duque de Wellington.
Poco después de la independencia, en 1922, las nuevas autoridades lo llamaron oficialmente Puente del Liffey, si bien este nombre nunca llegó a sustituir al popular Ha’penny Bridge.
Esta elegante estructura elíptica de hierro fundido, de 43 metros de larga por tres de ancha que se eleva otros tres metros por encima del Liffey, apenas sufrió transformaciones hasta 2001, cuando se la sometió a una profunda y necesaria reconstrucción.
Aunque se respetaron casi todas sus características originales, algunas desaparecieron y, en consecuencia, se criticó las obras desarrolladas por la compañía de Belfast Harland and Wolff, la naviera que construyó, entre otros, el malogrado transatlántico Titanic.
Durante los últimos dos años, otro tipo de “plaga” ha obligado a las autoridades dublinesas a cuidar del puente casi a diario para retirar los candados que parejas de enamorados cuelgan de sus arcos, una tradición copiada del Pont del Arcs de París.
El Ayuntamiento teme que el Ha’penny Bridge corra la misma suerte que el puente parisino del Siena, al que tanto amor ha provocado grietas en partes de su estructura. dmh