La ecuación resulta muy sencilla: a mayor cantidad de extranjeros es menor la de mexicanos. Pura lógica, y está clara en quienes establecieron esta regla llamada 10-8.

 

Calcular el riesgo no requiere de especialistas sino de gente realista y sepa que tan alto será el costo de esta nueva determinación.

 

Podemos debatir muchos temas de lo que hoy opera en el futbol mexicano, incluso el sistema de competencia regido por los torneos largos. Ciertamente hay muchas cosas que se verían favorecidos con el regreso de los torneos largos (cosa que no sucederá), sin embargo hay otras que sustentan la permanencia de dos campeonatos en un mismo año.

 

También tendremos versiones encontradas cuando se discute la explotación comercial de la Selección Mexicana con tantos partidos en los Estados Unidos (lo que conocemos como el “Mole Tour”), pero resulta que con todo lo malo que le podemos encontrar a estos juegos amistosos, hay razones más allá de lo económico que validan su existencia.

 

Pero un incremento en la cuota de extranjeros en la Liga argumentando que aumentará el nivel de “espectáculo” abandona los terrenos de la realidad. Porque ciertamente esa teoría no está respaldad por nada; y basta comparar la cantidad de foráneos contra la calidad para darse cuenta que de por sí, la cuota ya es elevada.

 

Los números están a la vista de quien quiere verlos: cuántos son, qué aportan, cuántos son titulares indiscutibles, cuántos verdaderamente hacen que el espectáculo se eleve a las dimensiones que los directivos esperan. Insisto, se trata de querer revisar las estadísticas.

 

Tener más extranjeros no es directamente proporcional a la cuota de espectáculo ansiada.

 

Y si otra de las razones tiene que ver con los altos precios que se tienen que pagar por el futbolista mexicano, la reflexión es esta: primero, ustedes directivos, fueron los que encarecieron su mercado, y segundo, gastarían menos si sus compras en el extranjero estuvieran respaldadas por un análisis profundo y serio, porque demasiados bultos tenemos ya, y si nos ponemos extremistas, de tener bultos extranjeros a tener bultos mexicanos, francamente prefiero a los segundos.

 

Podemos viajar a la isla de la fantasía creyendo que a mas extranjeros mayor el espectáculo, aún así hay cosas que van más allá tener un producto entretenido; cosas que van más allá del show que dicen pretenden ofrecerle al aficionado. Aún así, hay situaciones detrás del telón que debe importarle al directivo mexicano, y sin abrazar la bandera ni mucho menos, sí tiene que ver con un tema de nacionalidad, porque al final de cuentas en unos juegos olímpicos, en una Copa América, en los Mundiales, se trata de nacionalidades, se trata de países enfrascados en una lucha deportiva, se trata de tener una representación que nos identifique y nos distinga con el resto; de pelear con lo que somos y con lo que tenemos, y eso solo se consigue con buenos futbolistas mexicanos, y para producir buenos futbolistas se requiere interés, tiempo, dinero y, el tema de siempre, el tema siempre ignorado: de oportunidades, esas mismas que llegarán en cantidades menores con esta determinación.

 

La ecuación es simple: muchas veces, menos es más.

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