Uno de los mejores emblemas del fracaso de los excesos estadunidenses de principio de siglo es ese enorme vehículo de origen militar que General Motors vendió en una versión callejera con equipamientos de lujo.

 

La Hummer era una unidad que rompía las proporciones de los autos utilitarios. Motores enormes, habitualmente con un solo pasajero a bordo, con tanques de cien litros que se vaciaban rápidamente para alimentar sus enormes motores de ocho cilindros y hasta 6.2 litros.

 

Evidentemente que cuando los precios del petróleo llegaron a las nubes y cada galón de gasolina se disparaba arriba de los 4.5 dólares, los grandes motores se apagaron, se quedaban guardados en casa y la marca de tanques de guerra de superlujo desapareció.

 

Estados Unidos y el mundo empezaron a hablar de eficiencia energética, de motores de alto rendimiento y del uso de combustibles alternativos. Incluso el gobierno de Washington destinó una enorme cantidad de recursos para las armadoras estadunidenses con la promesa de que desarrollaran energías limpias y baratas para el transporte.

 

En ésas estábamos cuando el petróleo bajó cien dólares su costo por barril, y la memoria, corta como es, se borró.

 

Los grandes motores están de vuelta y ahora con presencia en donde menos lo habríamos pensado: en Europa.

 

Que Estados Unidos regrese a los camiones, a los SUV, a los grandes motores no es novedad. Es una adicción alimentada por una infraestructura diseñada para esos autos enormes.

 

Los carriles de sus autopistas, los lugares de estacionamiento, las puertas de las cocheras están diseñados para unidades de dimensiones grandes.

 

Las ventas de los vehículos utilitarios y camiones ligeros, como las pick ups, hoy superan las de autos compactos y subcompactos que hace apenas ocho años dominaban este rubro.

 

Los estadunidenses están de vuelta en lo que les gusta: los grandes motores que se llenan muy bien con galones de gasolina de menos de dos dólares.

 

Pero lo que pasa en Europa es todo un caso, porque ese continente había aprendido a racionalizar el uso de los combustibles. La infraestructura de sus ciudades históricas, estrechas, y los altos costos de los combustibles habían dado paso a hábitos tan ahorrativos como las motonetas o los autos biplaza.

 

La novedad es que la venta de las camionetas utilitarias en Europa, los llamados SUV, en todos sus segmentos de tamaño y equipamiento, se ha disparado en 24% en lo que va de este año. Los autos subcompactos, tan europeos, tienen apenas un crecimiento de 6%.

 

Están fascinados con los bajos costos de las gasolinas y se animan a viajar como americanos.

 

Lo curioso es que portugueses, españoles y griegos han disparado la compra de estos vehículos hasta en casi 50%, mientras que finlandeses y noruegos lo hacen apenas en 5%. Lo que además confirma la cultura del nuevo rico contra el que tiene el ahorro como ideología.

 

Mala noticia para el medio ambiente y mala memoria de los consumidores. Los precios de los energéticos son cíclicos. Así que más les vale gozar de sus camionetotas por ahora, en lo que regresan esos días en que las tengan que guardar y sacar otra vez la bicicleta.