No hay nada que desde México, o desde cualquier otra parte del mundo, se pueda hacer para moderar el discurso de Donald Trump, en Estados Unidos, o de Boris Johnson, en Gran Bretaña, para mitigar las presiones que estos dos extremistas ayudan a generar en los mercados.

 

Los dos tienen la apariencia de cómicos de la televisión sajona, pero realmente son un par de hombres inteligentes que han sabido capitalizar ese sentimiento antiestablishment que están llevando a orillas inexploradas de esos países.

 

La preocupación más angustiante para nosotros es, sin duda, la posibilidad de un Trump Presidente. Pero la preocupación más cercana es que dentro de una semana Gran Bretaña opte por salirse de la Unión Europea.

 

Extremistas como el señor Boris Johnson se han encargado de calentar la cabeza de una mayoría de británicos que hoy están a favor de regresar a su condición de una nación aislada, como queriendo hacer valer su condición de una isla en un mundo aparte.

 

Insisto, ahí no hay nada que hacer desde acá. Hay que esperar y ver qué deciden los británicos.

 

Lo que sí podemos hacer desde México, desde las instancias que toman decisiones de política fiscal, monetaria y cambiaria, es considerar que aquí tendremos que pagar facturas. Sólo hay que definir de qué manera lo hacemos.

 

Es falso que una vez que pase todo esto del referéndum, ahora que ya vimos que no subió la tasa de interés en Estados Unidos, al cabo de unos días, todo regresará a la normalidad. Hay presiones que ya están presentes en nuestro bolsillo.

 

Hay una realidad que no se puede ocultar. La moneda mexicana se ha depreciado 11% en menos de dos meses, han salido del país 180 mil millones de dólares de los mercados mexicanos, hay una inflación al productor que supera ya 5%.

 

¿Culpa de Donald o de Boris? ¿Responsabilidad del Brexit, la Fed o China? Bueno, pues hay causas que explican la volatilidad mundial, pero hay responsabilidades locales que aclaran el tamaño del impacto en cada lugar.

 

Es como un sismo que se siente más en el centro de la Ciudad de México porque el subsuelo es pantanoso. Así, el subsuelo mexicano es hoy pantanoso y por eso pega tanto.

 

El gobierno federal ha gastado más de lo que ha ganado, la deuda ha crecido, los pasivos laborales de entidades como Pemex son una amenaza financiera real y la economía no crece lo suficiente.

 

Eso es parte de lo que se agrega a la factura por pagar en este entorno mundial adverso y hay que hacer frente al costo.

 

Por eso es que independientemente del día en que suba la tasa en Estados Unidos, hoy quien tendría que dar la cara de entrada por la estabilidad mexicana es el banco central. Un aumento en la tasa de interés es indeseable, pero quizá necesario. Y hay que esperar a que venga la mancuerna del Gobierno federal y el Congreso de la Unión para proponer, de manera eventual, algún reforzamiento fiscal.