A Elon Musk, el visionario emprendedor que está revolucionando la industria automovilística con Tesla, la espacial con SpaceX y la energética con SolarCity le preocupa mucho que las máquinas sean capaces de destruir a la humanidad en el futuro y aspira a salvar a la humanidad con una civilización en otro planeta.
Así lo recoge el periodista Ashlee Vance, autor del libro “Elon Musk: el empresario que anticipa el futuro”, recién publicado en español por Ediciones Península, tras largas horas de conversaciones con el multimillonario empresario.
“Me gustaría morirme convencido de que a la humanidad le espera un futuro brillante”, dice Musk en esta biografía, un éxito de ventas en Estados Unidos, que incluye todo tipo de detalles sobre su vida y visión del mundo.
Al inagotable Musk, que saca incluso tiempo para participar en el desarrollo del vanguardista Hyperloop, una especie de tren supersónico en forma de cápsula,
“lo que más le quita el sueño es la posibilidad de que Larry Page, director general y cofundador de Google, estuviera construyendo un ejército de robots inteligentes capaz de destruir a la humanidad”, asegura el autor del libro.
Musk admite que no le basta el hecho de ser amigo íntimo de Page ni las buenas intenciones de éste. “Podría crear algo maligno por accidente”, asegura en este libro, en donde se hace repaso de la infancia complicada familiarmente de quien fue un niño prodigio, que con 12 años vendió su primer videojuego programado por él mismo.
A algunos les puede sonar una locura, pero su principal objetivo es instalar una colonia en Marte y salvar a la humanidad, explica el autor del libro sobre Musk.
“Ahora estoy ocupado en cómo llegar, luego habrá que calentar el planeta y para eso todavía no tengo planes”, añade el empresario.
El desafío de la energía sostenible
Sería fantástico resolver el problema de la producción sostenible de energía y sentar las bases para “convertirnos en una especie multiplanetaria, capaz de crear una civilización autosostenible en otro planeta, para hacer frente a la posibilidad de que ocurriera lo peor y la conciencia humana se extinguiera”.
Con la mirada siempre puesta en EEUU, este sudafricano, de 45 años, padre de cinco hijos, estudió en Pensilvania arropado por ese espíritu emprendedor tan popular en él.
Su primera empresa, una especie de combinación primitiva de Google Maps y Yelp, Zip2, la vendió por 300 millones de dólares; la segunda, la popular firma de pagos por internet PayPal, fue adquirida por 1.500 millones por eBay.
Desde entonces, empezó a soñar a lo grande: coches eléctricos a precios asequibles, cohetes espaciales reutilizables, colonias en Marte, un tren capaz de circular a 1.200 kilómetros por hora, baterías de litio en las que almacenar energía y poder prescindir de las eléctricas.
Musk ha llegado a pensar que su cerebro contiene una especie de chip gráfico que le permite ver un objeto cualquiera, reproducirlo en su mente e imaginarse cómo podría transformarse o comportarse al interactuar con otros objetos, según el autor del libro.
“En el caso de las imágenes y los números, puedo procesar su interrelación y sus relaciones algorítmicas. Veo de manera muy vívida cómo afectarán los objetos a la aceleración, el impulso, la energía cinética y ese tipo de cosas“, explica Musk. JMS