La tripulación de un barco rompehielos sueco logró salvar un año de grabaciones del canto de las belugas al conseguir recuperar una boya a la deriva en una peligrosa banquisa (capa de hielo que aparece por congelación del agua del mar en los océanos Ártico y Antártico).
Un equipo que seguía el dispositivo desde California dijo que había perdido casi todas las esperanzas de hallarlo cuando una «milagrosa» serie de eventos permitió que el barco, el Oden, pusiera en marcha un rescate improvisado mientras navegaba por un canal en el extremo norte de Canadá.
«Estábamos viendo cómo se alejaba a la deriva vía satélite y ocurrió que pasó cerca del Oden. Es genial, una suerte increíble», dijo Josh Jones, investigador de la Scripps Institution of Oceanography en San Diego.
«Como estaba atrapado en una gran banquisa, habría sido solo cuestión de tiempo que se destruyera», dijo Jones a Reuters por teléfono.
Scripps empezó a desplegar en 2013 la boya en misiones de un año en el fondo marino del Estrecho de Barrow, en el Ártico canadiense, con la intención de usar los sonidos registrados para entender mejor el impacto del cambio climático en la vida marina de la zona.
La boya grabó el sonido ambiente del océano, desde el zumbido de los motores de los barcos que pasaban a las vibraciones de distantes plataformas petroleras en alta mar, pasando por el tono agudo de las belugas. Los sonidos -inaudibles para los humanos- han hecho que estas especies gregarias tengan el sobrenombre de «canarios del mar».
El espeluznante sonido de los narvales, conocidos por su largo colmillo, y el de las ballenas boreales y las focas barbudas también fueron capturados por los sensibles equipos subacuáticos.
No obstante, dos veranos consecutivos de gruesas banquisas impidieron a Jones y a Randy Nungaq, un residente de Resolute Bay, realizar su viaje anual en barco para hacer el mantenimiento de la boya desde 2017. El instrumento reapareció a mediados de julio, cuando pasó un témpano flotante que lo arrastró desde el fondo del mar.
jhs