Las paredes del comedor y la sala reciben a las visitas con pinturas, varias colgadas en la pared, algunas en el piso y una sin terminar sobre un caballete, todas paisajes y bodegones, pero unas manzanas rojas sobresalen entre ellas. La abuela resalta que esa fue una de sus primeras obras, “tenía cinco años”, asegura orgullosa.
Al llegar a la sala un pequeño inquieto, serio y con mirada de adulto, sale de un pasillo para recibir a los invitados. Saluda y se presenta: – Buenas tardes, Emilio.
Su abuela interrumpe al pequeño, se esfuerza, cariñosa, porque el pequeño pintor esté presentable, se acerca a acomodarle el cuello de la camisa y más tarde le pide que se siente bien.
– ¿Cuál es el proceso que sigues para realizar una pintura? ¿Siempre es el mismo?
– Sí, la primera clase pinto el fondo, luego le voy dando color y forma y después le voy dando detalles.
Para Emilio, de a penas ocho años, todo tiene un proceso, de tal manera que afirma que por ahora no pinta otra cosa porque aún no es momento. Podrá pintar animales y personas tan pronto como domine la técnica. Diego, su hermano, le pidió que pintara un águila y hasta ahora, esa pintura ha sido la más difícil para él.
– ¿El águila te costó trabajo?
– Sí, bueno no, las nubes. Las nubes siempre me cuestan trabajo, hacerle estos circulitos (señala la pintura), a veces me quedan muy grandes y aquí lo tuve que repetir.
Además de las clases y la pintura, practica natación y karate. Todo ello, a razón de su familia, lo hace muy bien. – Tiene medallas y trofeos, declara su abuela.
De grande quiero ser policía
Emilio, aunque amante de su hasta ahora pasatiempo, asegura que no es algo que le gustaría hacer profesionalmente pues entiende que cuando acabe su periodo en la primaria su profesora de pintura ya no estará para guiarlo en el proceso de creación.
– ¿De grande te gustaría estudiar pintura?
– Sí me gusta, sólo que no quisiera ser pintor de grande […] estoy pensando en ser policía.
– ¿Qué piensa tu familia de que deseas ser policía?
– Pues que lo piense bien porque puede ser peligroso.
– ¿Cuánto tiempo más te gustaría seguir pintando?
– Yo creo que hasta sexto, es que sería un buen de trabajo en la secundaria y ya no tendré a la “Miss” para detallar mis cuadros, entonces ya no se verían tan bien.
La naturalidad de las respuestas evidencia que para Emilio es normal lo que hace, y hasta parece sorprendido por la atención que le prestan los demás a su trabajo; “él no siente que está haciendo algo extraordinario, él está haciendo su actividad normal”, asegura Oscar Sánchez, su padre.
Mientras Emilio guarda su material de trabajo y acomoda con minucioso detalle los pinceles para que queden con el mango hacia una dirección cuenta a 24 HORAS que nunca se le ha caído o manchado una pintura: “no nunca, bueno sí, sólo que lo arreglo y no se pintan”.
También en política: “no votaría por Josefina”
Oscar Sánchez, su padre, afirma que es “un niño muy sensible” y que también está interesado en la política. Comenta que conoce sobre los personajes políticos actuales y está interesado por saber sobre procesos históricos y sociales: “durante uno de los debates dibujó a cada uno de los candidatos en momentos que, yo creo, se le quedaron marcados; sobre Josefina dijo que no votaría por ella”.
La familia no presiona a Emilio para que siga con la pintura, su padre manifiesta que su futuro y lo que desee hacer con las obras es su decisión. De hecho, aunque le propusieron hacer una subasta con sus obras y donar el dinero a un orfanato, Emilio no se ha decidido. Sin embargo sabe que pronto deberá pensar en cambiar sus obras de dueño porque “ya hay muchas en la pared”.
Fotos: Alex Ruelas