Como si fuera sacado de un guión de la película colombiana La virgen de los sicarios, novela del autor Fernando Vallejo, en Ciudad Juárez, Chihuahua apareció un letrero que anunciaba: “Se prohíbe tirar cadáveres o basura”.
Un reportaje del sitio La Policiaca destaca que la frase se podía leer en un cartel colocado en un camino, donde fueron encontrados varios cuerpos de personas ejecutadas.
“Se prohíbe tirar cadáveres o basura. Multa!”, decía el cartel puesto sobre un camino de tierra del fraccionamiento Córdova-Américas, cuyo objetivo era lograr que policías municipales vigilaran la colonia.
Su autor, Francisco María Sagredo Villarreal, fue ejecutado.
Los primeros muertos
La versión de los habitantes de la calle Río Champotón es que ocho cadáveres fueron abandonados sobre esa arteria en los últimos años. En ese lugar, el 23 agosto de 1997, cuatro médicos juarenses fueron asesinados y sus cuerpos se localizaron en medio de la calle. Tres de las víctimas trabajaban en el hospital Guernika y el cuarto en el San Rafael.
Los médicos habían sido requeridos por desconocidos para que atendieran un herido de bala y desde ese momento fueron dados por desaparecidos. Los médicos Fredy Paternina Grandete, de 38 años de edad; Lamec Villalobos Cornejo, de 40; Javier Quintero Heredia, de 41, y Tabaré Flores González, de 40, fueron asesinados luego de que supuestamente un pistolero herido se les murió cuando lo atendían en una casa particular.
El anuncio
El martes 14 de noviembre de 2006, Francisco María Sagredo Villarreal cumplía 40 años de residir en Córdova de las Américas, un fraccionamiento de clase media ubicado a muy pocos metros del río Bravo, frente al campus principal de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
La madrugada de ese día alguien arrojó el cuerpo amortajado de un sujeto, a espaldas de su casa y la de sus vecinos. Era el octavo cadáver que les amanecía en nueve años, y eso colmó su paciencia.
Francisco Sagredo fue directo a sus destinatarios: “Se prohíbe tirar cadáveres o basura. ¡Multa! La polesía”, les escribió en un trozo de madera que clavó en el terreno. El viernes 3 de octubre de 2008, Sagredo, de 69 años, fue acribillado por desconocidos a las puertas de su casa. Los asesinos le dispararon al pecho, poco antes del medio día, empleando balas calibre .223 y 9 milímetros.