FIL_Alvaro_EnrigueLa novela es el género literario más social, amistoso, libre, generoso y el más honesto con el mismo autor. En ella “cabe todo”. Así define el escritor Álvaro Enrigue, ganador de la séptima edición del Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska.

Acompañado de los escritores Mónica Lavín y Julio Patán, ofreció una charla a sus lectores en el foro José Emilio Pacheco de la XIV Feria Internacional del Libro en el Zócalo.

Allí, confesó que no ha sido expedito hallar el tipo de escritor que es, aunque esto lo ha descifrado al paso del tiempo. «Uno escribe con lo que es realmente y no está fácil descubrirlo, uno tiene que pasar por muchos lugares para encontrarse».

FIL_Alvaro_Enrigue_FILZocalo«Conforme vas volviéndote viejo, vas escribiendo o representándote a ti mismo con mayor libertad, reconociendo el tipo de escritor que quieres ser. Y conforme vas envejeciendo y te vas enfrentando a ese escenario que es un ser humano adulto, la escritura se va convirtiendo en un espacio de libertad, de diversión y eso es lo que tengo para mí».

Se describió a sí mismo como «una rata de biblioteca», considerarse un «nerd» salido del clóset, un admirador de aquellos escritores que se van volviendo más finos y elegantes con el paso del tiempo.

Una novela con estrella

FIL_AlvaroEnrigue_MuerteSubitaDurante la charla celebrada la tarde del lunes, desveló también que su novela Muerte súbita “nació con estrella” por ser muy honesta y congruente.

En Muerte súbita, novela por la que en 2013 también obtuvo el 31 Premio Herralde, Enrigue pudo cumplir un anhelo de años, de escribir sobre Michelangelo Merisi da Caravaggio, personaje central de su libro. «Era un personaje como nosotros pero del siglo XVI: un borrachales, un hombre terriblemente fiestero, pertenecía a una banda de asesinos, tenía una serie de crímenes que nunca se resolvieron”.

La novela se sitúa, explicó, cuando Caravaggio tenía 22 años y era “un miserable con un gran talento” y entonces conoce a Francisco de Quevedo, quien tenía 19 años y ya era un asesino.

Planteó como la gracia de ser novelista, el poder «arrojar teorías a la mesa, teorías generales” y con ello proponer el escenario que piensas “sin necesidad demostrarlo».

«Lo que me encanta de la novela es que cabe todo, y al final lo único que necesitas es decirle al editor que sí es una novela; es el género más generoso en el mundo», consideró.

El premio de mi ciudad

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Aún con el antecedente de haber obtenido el Herralde, para Álvaro Enrigue obtener el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska es un orgullo por tratarse del reconocimiento que otorga la capital donde nació y le inspira a escribir.

“Es el premio de mi ciudad, es el reconocimiento de la ciudad, es una cuestión emocional y que tiene que ver con tener ganas de llorar porque es de la Ciudad de México a la que le debo todo, la capital al final de la que sigo escribiendo”, señaló.

En entrevista reconoció que si bien el galardón le brinda un status distinto, “porque no es lo mismo ser un escritor que ser un Elena Poniatowska», el ser reconocido le produce un algo más sentimental: «es una felicidad muy íntima, muy emotiva, muy cursi al fin”.

El premio, agregó, también representa un compromiso más fuerte toda vez que no es lo mismo sentarse a escribir pasando desapercibido que «con tan buena suerte” de ser premiado.