Como parte del rito de elevación al honor de los altares de Juan XXIII y Juan Pablo II, el Papa Francisco recibió como ofrenda las reliquias de los nuevos santos de la Iglesia.
Se trata de un pedazo de piel de Angelo Giuseppe Roncalli y de un poco de sangre de Karol Wojtyla, ambos contenidos en finos relicarios, iguales, obra de los orfebres Claudio y Piero Savi.
La reliquia de Juan XXIII fue presentada por cuatro sobrinos nietos del santo, por el alcalde de su ciudad natal, Sotto il Monte, ubicada al norte de Italia, y por el presidente de la fundación que lleva su nombre.
La de Juan Pablo II fue entregada por Floribeth Mora Díaz, la mujer costarricense que se curó de un aneurisma por intercesión del santo y cuyo milagro le abrió el honor de los altares. Ella estaba acompañada por su esposo.
Los relicarios son obras hechas en bronce con pintura color plata y dorada, realizados a mano con una técnica mixta de modelación y fusión de cera persa. Cada uno pesa dos kilogramos 250 gramos.