Ya sean promociones, remates o precios de distintos artículos, apoyado por su talento, José Rosales, conocido como Hurry, se dedica a hacer letreros personalizados para puestos de tianguis, mercados y diferentes negocios como la CEDA; así como para eventos especiales, dejando un sello característico en cada uno de sus trabajos.
El artista de 31 años realiza su labor entre diableros y puestos de la Central de Abasto (CEDA), en Iztapalapa, donde diariamente es buscado por decenas de personas para que realice algún rótulo con un mensaje especial que le dé personalidad a sus puestos o a algún evento.
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Hurry relató que es un oficio familiar la cual se siente orgulloso de pertenecer y recordó cómo aproximadamente entre 2018 y 2019, se inició en la labor realizada por su madre y su padre.
"Llevo aproximadamente siete u ocho años dedicándome a esto; empecé a trabajar aquí por mis padres, quienes se han dedicado desde hace mucho a este trabajo, mi padre más que nada toda la vida y mi madre desde hace unos 15 años", explicó en entrevista con 24 HORAS.

Técnica familiar
El artista gráfico refirió que en un principio le ayudaba a su papá a imprimir los letreros con una máquina de serigrafía sin estar presente en el puesto; sin embargo, observó el método que utilizaba su madre, Sofía Rosales, para realizar los letreros a mano, replicándolo.
Al ver su técnica, su padre lo exhortó a participar en la elaboración manual de los rótulos, a lo cual, el entonces joven de 23 años, aceptó, por lo que se presentó en el puesto para plasmar desde ahí su arte.
"Desde pequeño a mí siempre me ha gustado dibujar. Yo creo que fue un oficio muy acorde a lo que sé hacer, entonces como dicen: Si sabes hacer algo, pues explótalo", destacó.
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Actualmente, Hurry y su madre llegan a las tres y media de la mañana para iniciar su jornada en el Pasillo 2 de la CEDA; sin embargo, señaló que su día empieza desde las dos de la mañana cuando prepara sus cosas.
Al respecto, indicó que un día laboral varía, ya que a veces están muy flojos de trabajo y concluyen entre las 10 y 11 de la mañana, mientras que otros, con una mayor carga laboral, pueden terminar a las tres o cuatro de la tarde.

Trabajo con amor
Al hablar un poco más sobre su trabajo, explicó que hay letreros genéricos de tamaño chico que llegan a tener un precio de 18 pesos; mientras que otros por sus dimensiones y complejidad, debido a que requieren mayor trabajo de personalización, llegan a costar hasta 120 pesos.
"Creo que el más caro que he dado es de 120 pesos, aunque incluso a mí se me hace económico porque sí le meto cariño y amor, mi sello personal", subrayó, por lo que hizo un llamado a que su labor y la de su madre sean reconocidas y valoradas por el esfuerzo y dedicación que le implican.
Hurry refirió que si bien puede hacer un trabajo urgente, prefiere que las personas lleguen con tiempo y con la consideración de que su pedido puede tardar unos minutos para “imprimirle la mayor dedicación posible para que el cliente se vaya más que satisfecho”.

Reportero de la sección CDMX en el diario 24 HORAS. Especialista en temas de seguridad, procuración de justicia, política, salud, cultura, medioambiente y bienestar animal. Egresado de Letras Hispánicas de la FES Acatlán, UNAM.